Cuando mi sobrino David y yo decidimos regresar a Roquemaure, en lugar de volver por Sauveterre, tomamos una ruta que saliendo de Pujaut hacia el oeste, conduce a Rochefort du Gard. El pueblo, con sus edificios erguidos en la colina, nos parecía un poco difícil de acceder. Entretenido con el paisaje de viñedos extendidos en la llanura, dejamos la ruta principal y doblamos a la derecha por un camino en cuesta que lleva al santuario de Notre Dame de Grâce.
Mientras se sube, uno va descubriendo los edículos del monumental camino de cruces, edificados en el siglo XIX en un flanco de la Sainte-Montagne.
©2009-cAc
Mientras se sube, uno va descubriendo los edículos del monumental camino de cruces, edificados en el siglo XIX en un flanco de la Sainte-Montagne.
El Santuario data de la época de Carlomagno, hacia el 798. En el siglo XII, un pastor encuentra una estatua en el fondo de un farallón y a partir de entonces comienza la llegada de peregrinos, ávidos de curas milagrosas, que imbuidos en la oración, imploraban socorro o agradecían por una gracia otorgada. En 1637 los monjes benedictinos construyeron el monasterio y un año más tarde fueron testigos de cómo el fuego se detuvo en Rochefort sin dañar el santuario. La Revolución cerró el santuario en 1789, y diez y ocho años después, el lugar es adquirido por el Obispado de Nîmes. A mitad del siglo XIX los Padres Maristas se instalan y en 1869 tiene lugar el coronamiento de N.D. de Grâce.
©2009-cAc
©2009-cAc
©2009-cAc
Camino de cruces con sus catorce estaciones y un Calvario monumental, el santuario bañado con lo poco que quedaba de sol esa tarde, la penumbra y el silencio de la capilla diseminado entre los muros dejando entrar la claridad por los vitrales, una religiosa entra y se postra ante la virgen, salimos sin hacer el menor ruido y en un recodo no pudimos evitar la majestuosidad del Mont Ventoux desde la Sainte-Montagne.
Camino de cruces con sus catorce estaciones y un Calvario monumental, el santuario bañado con lo poco que quedaba de sol esa tarde, la penumbra y el silencio de la capilla diseminado entre los muros dejando entrar la claridad por los vitrales, una religiosa entra y se postra ante la virgen, salimos sin hacer el menor ruido y en un recodo no pudimos evitar la majestuosidad del Mont Ventoux desde la Sainte-Montagne.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire