vendredi 11 novembre 2011

Baldosas & Mosaicos (III)


Mosaicos de una saleta en casa de la calle Alemán Norte, SC.

mercredi 2 novembre 2011

Baldosas & Mosaicos (II)



Mosaicos del piso de una sala, calle Alemán, SC.

jeudi 27 octobre 2011

Invasión Azul (Arnaldo Díaz Jiménez*)

Llevo tiempo dándole vueltas al asunto. Un tema espinoso, del cual no soy especialista, pero que como ciudadano del mundo me concierne: el cambio climático. El clima siempre ha cambiado en todo el planeta, y con fuerza en muchas ocasiones. Los cambios actuales son drásticos y el peligro acecha a todos. Rara es la mañana en que abra mi lista de periódicos digitales, y que no encuentre un artículo en referencia al tema. En el mundo se producen grandes y pequeños acontecimientos, y según su talla e importancia, aparecerán y desaparecerán de nuestras pantallas. Bangkok, megalópolis de 12 millones de personas vive inundaciones históricas que han obligado al éxodo de sus habitantes. Hace dos días, una tromba marina provocó un tornado de poca intensidad que tomó desprevenidos a los residentes de dos barrios de Sanary-sur-Mer, en el Mediterráneo francés. Las aguas circulan por el globo, ya sean corrientes frías profundas o cálidas superficiales, y esta circulación influye notablemente en los climas regionales del planeta, y también en las cartas geográficas de los países. Me viene a la memoria, -aunque los huracanes no son consecuencia precisa del cambio climático- los destrozos que trajo el huracán Kate para la costa norte de Villaclara, y que motivaron el desmantelamiento de dos pueblitos pesqueros cuyas playas gozaban de una popularidad sin par, me refiero a El Salto y Ganuza. Los residentes permanentes no tuvieron otra opción que mudarse a los edificios multifamiliares construidos en un área de Corralillo, y quienes eran propietarios de una casa secundaria, no les quedó más remedio que aceptar la expropiación y una miserable indemnización. Durante una visita “turística” a Isabela de Sagua, quedé impresionado por la deterioración urbana del pueblo y el abandono en que se mantienen sus casas sobre pilotes. Como el norteño puerto isabelino, colgados en la costa, otros pueblitos villaclareños son acariciados por las aguas del Atlántico, como se dejan acariciar islotes y cayos del archipiélago de Sabana. Y todo ese conjunto geográfico padece del temor a la subida de las aguas. Y precisamente, un excelente filme documental testimonia de la acechante invasión de las aguas en el territorio costero de Villaclara, la Invasión Azul que nos ofrece su guionista y director, Arnaldo Díaz Jiménez. Yo aprecié enormemente el trabajo de Arnaldo, y busco todas las posibilidades que me permitan exhibirlo a estudiosos del tema (tengo compañeros de universidad que tratan el tema de riesgos naturales y prevención) y a un público interesado en las consecuencias del cambio climático. A quienes les pueda interesar el tema, aquí les dejo el link http://arnaldo.blogia.com/2011/050101-invasion-azul-i-.php y la esperanza de poder compartir el material.



*Arnaldo Díaz Jiménez. Santa Clara. Guionista y director de cine & tv. Graduado de Lengua inglesa por el ISP Félix Varela de SC en 1987. Miembro de la filial de Cine, Radio & TV de la Uneac en VC. Trabaja como director de programas en el canal provincial Telecubanacán.

Baldosas & Mosaicos (I)

Detalle del piso de un zaguán. La casa data de principios del XIX. El piso de mosaicos fue incorporado hacia 1910.

jeudi 28 juillet 2011

Meiko-san o “pot de colle”

Julio es un mes propicio para encuentros y desencuentros. Al menos, eso parece indicar el horóscopo gatuno. Otra historia de gatos, pensarán ustedes, y en efecto, abrimos una página de maullidos ininterrumpidos. Los maullidos venían de un sitio en el jardín, que al estar sumido en la oscuridad no nos permitía descubrir el autor o autora del miau-miau insoportable. Sí, insoportables, porque si bien es cierto que me gustan los animales, detesto los interminables maullidos, que es casi como no amar los gatos. Descubrimos la mancha negra en la oscuridad absoluta de la cavidad del pozo. A fuerza de ruegos, hicimos venir al animal hasta nosotros, cuando la campana de la Colegiala anunciaba medianoche. Platicamos, reflexionamos, nos vimos en una situación de amparo, bien entendido, por una noche, y sabiendo que a qué atenernos, le propusimos leche, queso crema, agua y un tapiz para que pasara la noche en el soportal de la entrada de la casa. A la mañana siguiente, el tapiz no revelaba trazas de pelos negros pero los maullidos aumentaban a medida que la vida despertaba en la casa. La buscamos por todo el jardín bañado de rocío y de la claridad matinal. Ni en el pozo, ni escondida debajo del seto. Tardamos en darnos cuenta que estaba subida en la morera, que le sirvió de cama para pasar la noche. Es que pensaría que al estar en altos no estaría expuesta a nuevos peligros? Tuve que usar una escalera para atraparla de su refugio en la morera, no tan alta felizmente. Rechazó la leche, tomó agua y comenzó a mirarnos convencida que había carenado en buen puerto. Pero una ilusión gatuna sin nuestro consentimiento. Oímos cierta oposición de Thomas, y un si no, no sí de David. Pregunté a casi todos los vecinos (a muchos no los conocía a pesar de que lo éramos desde que puse los pies en el quartier hace una buena quincena de años), y de ninguno era la bola negra que seguía maullando, embobinada frente a la casa. La aceptación de quedarnos con la gata tuvo su inicio con la anuencia de David. Sabíamos que estaba listo para arropar uno en su casa. Al mediodía compartí mi salmón con Paulette que más tarde terminaría llamándose Meiko. Meiko-san, jeune fifille de cinco meses, a la que abrimos expediente en el cabinet del veterinario que se ocupara de Mélie, hasta su partida en el 2002, al cabo de veinte años pasados en la familia. Mélie era madrileña e hizo el único viaje de su vida en un tren, que la trajo primero hasta Avignon, y luego bordearía el Ródano para instalarse en Roquemaure. El veterinario se ocupó de hacer cuanto análisis y tratamiento requería la nueva integrante de la familia. Meiko ha heredado la “caisse” en mimbre de Mélie. He sabido que Lola apareció para alegría de Ema & Hugo. Yo les he anunciado la llegada de Meiko. Al final de la tarde yo salí para comprarle un kit de pozuelos en inox. David le ha ofrecido una pelota suave rosada. Incluso Thomas ha manifestado afecto por la “recogida”. Es tranquila y no nos ha molestado con aullidos durante la noche. Durmió en los bajos, en el vestíbulo de entrada. Hoy le permitimos acompañarnos mientras desayunábamos. Ella juega y ronroneaba entre nuestras piernas y pies descalzos. “Pot de colle”, que es Meiko, Meiko-san, la “recogida”, desde hoy hace parte del cotidiano familiar y tendrá que adaptarse a nuestras futuras ausencias. Felizmente, David & Thomas, están motivados por su presencia. ©cAc

jeudi 14 juillet 2011

Lola, Lolita, Lola…

Conocimos a Lola (más bien una Lolita por su tamaño) en casa de Ema y Hugo. Llevaba una combinación de blanco y gris, sin otra remarca notable. Simpática, nos mostró su arte para estirarse y ronronear. Prefirió quedarse sobre un canapé del salón en lugar de zambullirse en la piscina con nosotros. Tampoco cenó con nosotros, y decidió jugar a la cartomántica haciendo voltear una bola de cristal llena de predicciones. El ayuntamiento invitaba esa noche del 13 de julio a una “sardinade” con música de fondo y violento mistral que obligaba a cubrirse en pleno verano como si el almanaque marcara diciembre. No volvimos a verla, pues dejamos el pueblo en la plaza del reloj, pero pedimos a Hugo que le dijera hasta pronto de nuestra parte. Al día siguiente supimos que Lola había desaparecido esa misma noche. Secuestrada o por decisión propia? Era justo una llamada para hacernos saber la triste noticia de su desaparición. Lola, Lolita, Lola, tarareamos pensando en la simpática gatita de Ema y Hugo. ©cAc

mercredi 16 février 2011

La Ciotat de nosotros, mediterránea y querida…


La casa familiar de La Ciotat se ha puesto a la venta. Para ello se ha encargado a una agencia de la ciudad, con la cual hemos suscrito el contrato y entregado las llaves para que el agente inmobiliario la muestre a los interesados. La casa está intacta, tal como la dejé en agosto pasado, pues fui yo quien quedó unos días para disfrutarla solo, levantarme al alba y tomarme una secuencia impensable de cafés mientras daba toques al texto que presentaría en septiembre en la universidad de Santiago de Compostela durante el Encuentro de latinoamericanistas españoles. Mañana haré la hora y media que desde aquí, al borde del Ródano, me toma llegar a la villa de los hermanos Lumière, el puerto mediterráneo establecido desde los tiempos romanos, la ciudad de la petanca y del astillero naval ahora dormido. Mañana intentaré no ver, colgado del muro que da a la calle, ese cartel que dice A VENDRE, rojo sobre blanco, amarillo y verde, no sé, como tampoco sé si los gatos del vecindario y las gaviotas que anidan en los techos habrán leído el anuncio. Me atrevo a escribir esta parrafada, porque eso me ayudará a comprender que todo tiene un término en la vida, y pronto va a cerrarse un capítulo en la historia de una vivienda. La casa data de finales del XIX, renovada a principios del XX, herida por la metralla de la segunda guerra mundial, agrietada por el tiempo y envejecida como los abuelos que partieron. ©cAc