Eso de penetrar y escudriñar monasterios y lugares sagrados tiene mucho de posible pero también de la imposibilidad extrema, y para saborear la iconografía y el arte sagrado de une veintena de monasterios nada menos complicado que comprar un billete y entrar en el Petit Palais convertido en montaña alta de 2033 metros. El octavo distrito de Paris se nos convierte en la Thessalonique griega, sin necesidad de dificultuosa visa turística ni impedimento alguno por cuestiones de sexo. En efecto, el monte Athos es un lugar sagrado completamente cerrado a las mujeres, y a ese extremo no llegarían las autoridades del museo. Durante el tiempo que me acordé para intentar comprender el universo de la liturgia ortodoxa, me sumergí en el dolor y el éxtasis del ritual que nos ofrecen los frescos y la mirada de los íconos, unas veces ciertamente comprensibles, otras totalmente indescifrables. Les dejo aquello que más me llamó la atención de la visita de ayer al casi aislado monte Athos.
Déisis, San Jorge y San Pablo Xéropotaminos. Monasterio de San Pablo.
Déisis, San Jorge y San Pablo Xéropotaminos. Monasterio de San Pablo.
El Cristo Pantocrator. Monasterio de Pantocrator.
El profeta Ezequiel. Fresco del siglo XVI. Monasterio de Pantocrator.
Detalle del San Jorge atribuído a Manuel Pansélinos, o realizado en su atelier, hacia 1300. Monasterio de Vatopédi.
Detalle de San Onofre y Pedro el Athonita. 1838. Monasterio de Karakollon.
Dormition de Efrén el Sirio. Monasterio de Iviron.
Cáliz conocido como « Jaspe » procedente del monasterio de Vatopédi.
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