vendredi 22 mai 2009

Balade au Rocher des Doms (Avignon)

Avignon es siempre un manantial de paseos al interior de sus murallas y sin programa preconcebido los pies nos llevan a ninguna parte o a seguir puliendo sus viejas piedras a nuestro paso. Aparcamos en la isla Piot para no ayudar al rollo insufrible de la circulación y tomamos el bus que hace la ida y vuelta desde el parking hasta la Puerta de L’Oulle. Las terrazas desbordadas, la gente disfrutando del viernes que sigue al jueves de la Ascensión. La Place de l’Horloge intransitable y la explanada del palacio de los Papas atestada a más no poder.
©2009-cAc
El cielo aplomado deja caer sobre nosotros esa pesantez que no es calor sino aire tibio jugando a fatigarnos mientras nos encaminamos al jardín desde el que se domina el Avignon intramuros con sus tejados, sus torres y campanarios.

©2009-cAc
El jardín puede ser mágico también, del lado en que el Ródano se estira y abraza la Riviera urbana y se convierte en frontera de las tierras “gardoises”. Desde el macizo rocoso puede verse erguida la torre de Philippe le Bel y la masa enorme del Fort Saint-André.

©2009-cAc
El cielo cubierto no me deja disfrutar de la silueta hermosa del Mont Ventoux y decepcionado invito a mis primos a bajar del Rocher por la escalera Sainte-Anne. Pasamos frente a nuestro cine favorito, bordeamos el fondo del palacio de los Papas y hacemos una pausa en la Place Saint-Pierre. Llegada la hora de buscar un sitio para cenar y pasar una velada agradable, nos decidimos por un restaurant vietnamita que bien conocemos, Le Xuan, de la rue Galante.
Encaramados sobre el puente sobre el Ródano, Claude, José, Rose-Marie, Liza, Alix y yo no pudimos pasar por alto esa hora de la tarde-noche en que la luz crepuscular hace del cielo un espectáculo cuyo capricho no es otro que darle color a los muros de la vieja ciudad papal.


©2009-cAc

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