dimanche 31 août 2008

Forcalquier, la ville des quatre reines


Suspendido sobre una cresta como tantos otros pueblos, Forcalquier protege como un tesoro los olmos de la plaza Bourguet, en cuyo centro se erige un obelisco que conmemora las nupcias de dos de las cuatro reinas nacidas en el burgo (Marguerite, Eléonore, Sanche y Béatrice).
La iglesia ND es de una sorprendente austeridad, la cual hace resaltar la elegancia de su pórtico gótico coronado por un rosetón.

En el viejo burgo, las callejuelas se empilan por encima de la iglesia y dan fe de un pasado floreciente.

A pesar de cierta decrepitud, las fachadas y puertas de los hoteles particulares dejan ver su solidez y antiguo esplendor. Subiendo y subiendo una estrecha callejuela se llega a la ciudadela donde se erige ND de Provenza y desde donde se aprecia toda el paisaje de colinas, crestas y valles que envuelven a Forcalquier, les preciso aún más: la montaña de Lure, el macizo de los Tres Obispos y las montañas de Luberón.
ND de Provenza

Lurs


ND des Anges en el camino a Lurs
La fundación de Lurs está atribuida a Carlomagno. En el sIX, los obispos de Sisteron, atraídos por la belleza del paraje, construyeron residencia de verano y un seminario.


Jardines y sombreadas terrazas se esconden detrás de las rústicas fachadas en piedra. Calles estrechas, cielo azul esplendoroso y siempre los Alpes casi a tocar con las manos, el campanario haciendo oficio de puerta de entrada al burgo. Todo encanta en este pueblito suspendido sobre el valle arenoso del Durance, a punto de desaparecer en la década del 50, y que cobró notoriedad por el célebre proceso judicial Dominicci.

El Priorato de Ganagobie


Por un camino escarpado y sinuoso se llega a una meseta cubierta de encinas y plantaciones de lavando. La meseta a 600m de altitud, abriga el Priorato de Ganagobie. El monasterio fue fundado en la mitad del sX. No se visita, aunque puede ser una etapa de retiro y meditación si se cumplen los formalismos. Nos contentamos con visitar la iglesia y la meseta, desde donde los Alpes ofrecen una vista majestuosa. La iglesia romana, sobria y armoniosa, que fue edificada a mediados del sXII tiene un pórtico remarcable. En el tímpano, Cristo está rodeado de símbolos habituales de los cuatro evangelistas y de dos ángeles. El dintel representa los doce apóstoles cuya factura lo hace emotivo. La iglesia fue concebida como tantas otras iglesias benedictinas de la Provenza.
El claustro, de finales del sXII está conformado de cada lado ocho pequeñas arcadas protegidas cuatro por cuatro bajo grandes arcos de soporte.

La vista panorámica desde la meseta es excepcional. Como les decía, las altas cimas de los Alpes de Provenza como fondo de decoración, la meseta de Riez y abajo, enroscado como una serpiente de gris verde y azul piel, el río Durance.

Peyruis



Nuestra próxima etapa era subir hasta el monasterio de Ganagobie pero teniendo tiempo suficiente, hicimos unos kilómetros de más para conocer un pueblito erigido en la base de las ruinas de un castillo. Peyruis vive de sus plantaciones de frutos y de la producción de aceite de oliva. Un viejo burgo con sus callejuelas estrechas, como aquella de la Judería y la iglesia que aún conserva su nave romana a pesar de haber sido agrandada en el s.XVII y el ábside gótico de cuatro caras, del s.XVI. Todo parece indicar que San Roque peregrinó por la región. Una plaza y el cementerio llevan el nombre del santo. Subimos por el camino que lleva a las ruinas del castillo y los tejados de Peyruis brillaban bajo un sol agostino que invitaba a una siesta bajo los platanes de una plaza.

Centre Jean Giono – Manosque



Giono nació en Manosque en 1895 y muere en 1970. Hizo algunos breves viajes pero casi nunca se apartó de su región. Desde niño, los paseos por los senderos de la Alta Provenza, despertaron en él su amor por la naturaleza. Gran pacifista, habiendo vivido los horrores de la primera guerra, se convertirá en maestro y pensador de una parte de la juventud de entonces, y en precursor de la ecología. Su lirismo de hombre de campo dará lugar a una visión más aguda, más sthendaliana del hombre, y sus obras se enriquecieron de un soplo épico y poético.

La Durance, un galet, des collines, un ciel, c’est Manosque

Darnos un salto a Manosque estaba en nuestro programa estival y eso hicimos. Para llegar hay que dejar el Gard, atravesar Vaucluse y adentrarnos en el departamento Alpes-de-Haute-Provence. Una gran parte de nuestro interés por visitar la más grande ciudad del departamento estaba en seguir la huella de Giono. En efecto, Manosque es ante todo, la ciudad del escritor Jean Giono, que la describió particularmente en su obra Jean le Bleu. Y es que la campiña que envuelve Manosque, inspiró sus obras. Escribió Giono que “durante la noche la ciudad no hacía más que respirar por sus fuentes”, y comprobamos que también la ciudad respira a la luz del día. Pasearnos por la Rue Grande de puerta a puerta, y escudriñar sus plazuelas, fuentes y callejuelas y pórticos desprovistos de luz, justo para ir de una calleja a otra, nos sorprendió y mucho. Puertas y fachadas de un burgo medieval antaño rodeado de murallas y que hoy, sobre su trazado, un ejército de platanes le confieren un toque de verdura. Y la gran sorpresa fue descubrir en una esquina de la plaza del ayuntamiento, la librería “Au poivre d’âne”, hermana mayor de la que nos cautivó en La Ciotat. Las dos se unen al programa “Manosque, ville du Livre” que la municipalidad lleva a cabo para desarrollar el libro y la lectura.
La puerta “Saunerie” del s.XIV, vigila la entrada de la Rue Grande










Las callejuelas de Manosque con su aire provenzal


La puerta “Soubeyran” o “superior” está al extremo norte de la Rue Grande