©cAc-2009
Tres erres en el título de esta bitácora para reseñar una manifestación que se ha puesto de moda en el hexágono: el “repas républicain”. Y la rodaniana “ville de Roquemaure” no escapa a tal evento. En la plaza del ayuntamiento, tocada de una fuente y de plátanos umbrosos, los roquemaurois han comenzado a ocupar mesas y bancadas desde temprano, bueno, digo temprano, desde antes de las siete de la noche, hora prevista para el comienzo del “on t’a vu” abrazos, besos y “bonyures” como si llevaran siglos sin verse en un pueblo en el que das tres pasos y te tropiezas tres veces a las mismas personas. Un pueblo vitícola del sur de Francia, varado en las márgenes del Ródano y el cual no supieron aprovechar (me refiero a sus primeros habitantes) para ofrecerse un litoral urbano como tantos otros pueblos atravesados por una envidiable vía fluvial. Pero vayamos al grano. Qué es un “repas républicain”? Yo diría que un deseo de encontrarse, de compartir en grande, entre todos, y al mismo tiempo, de los escasos momentos de encuentros pueblerinos, en el mercado cada martes, en la panadería o comprando aspirinas. Siempre de prisa, porque la prisa a invadido el ir y venir en los pueblos pequeños. Bajo las banderitas colgadas desde la lámpara central de la plaza hasta los árboles y postes, los pueblerinos comienzan a sacar sus canastas, las jabas isotérmicas, las botellas de agua, las de pastis y sobre todo las de tinto y rosadas, bien frescas estas últimas en período estival. En un pueblo no distante de Montpellier, la participación en el “repas républicain” conlleva a una participación de 17€ con inscripción de avance, y la mesa se cubrirá de hojaldras de muselina de salmón enjugado de crustáceos, una pintada rellena, gratinado de legumbres y patatas doradas, fresas, vinos a discreción, sangría y por supuesto, café! No ha habido que pagar nada en lo ofrecido por la municipalidad a la cabeza de Guy Pecoul que además ha ofrecido el aperitivo, amén de que los participantes también han llevado el suyo.
Como la uva rica en cepas, Roquemaure es rico en su mosaico cultural. Invadido por trabajadores temporales que venían de España durante las vendimias, unos en solitario otros en familia, decidieron echar anclas y se integraron al paisaje y a la vida. Sentados a las mesas hacían parte del “repas républicain” También se integró la primera generación de familias magrebíes llegadas a Roquemaure. Sin embargo, a pesar del aumento de estas familias inmigrantes, y que son numerosas, en el “repas républicain” no estaban presentes. Los más muchachos, sentados entre ellos en las esquinas. Los más jóvenes, en grupos, del lado del boulevard National, los más viejos, sentados en los bancos, allá, al fondo de la plaza de la Pousterle, y las mujeres?, las mujeres en las casas…
En la mesa larga en la que me tomé dos refrescantes pastis, y probé una “tapenade” exquisita, una pareja de belgas compartía con murcianos enquistados en el pueblo, un alemán, un cubano, y del otro lado una hermosísima negra de Malí, otros alemanes y hasta una inglesa de pecas. Es sólo una reseña del primer “repas républicain” al que asisto, coincidió que estaba ésta vez en el pueblo. No sé si la próxima vez estaré, imbricado en ese mosaico de cultura que es un pueblo francés, pero en el cual me gustaría ver, couscouses y ricos dulces árabes, hechos en casa, hechos por esas mujeres que estaban en sus casas, quizás deseosas de compartir las mesas desplegadas en la plaza del ayuntamiento, con nosotros, con hijos maridos y nietos, que también hacen parte del cotidiano del pueblo.
Como la uva rica en cepas, Roquemaure es rico en su mosaico cultural. Invadido por trabajadores temporales que venían de España durante las vendimias, unos en solitario otros en familia, decidieron echar anclas y se integraron al paisaje y a la vida. Sentados a las mesas hacían parte del “repas républicain” También se integró la primera generación de familias magrebíes llegadas a Roquemaure. Sin embargo, a pesar del aumento de estas familias inmigrantes, y que son numerosas, en el “repas républicain” no estaban presentes. Los más muchachos, sentados entre ellos en las esquinas. Los más jóvenes, en grupos, del lado del boulevard National, los más viejos, sentados en los bancos, allá, al fondo de la plaza de la Pousterle, y las mujeres?, las mujeres en las casas…
En la mesa larga en la que me tomé dos refrescantes pastis, y probé una “tapenade” exquisita, una pareja de belgas compartía con murcianos enquistados en el pueblo, un alemán, un cubano, y del otro lado una hermosísima negra de Malí, otros alemanes y hasta una inglesa de pecas. Es sólo una reseña del primer “repas républicain” al que asisto, coincidió que estaba ésta vez en el pueblo. No sé si la próxima vez estaré, imbricado en ese mosaico de cultura que es un pueblo francés, pero en el cual me gustaría ver, couscouses y ricos dulces árabes, hechos en casa, hechos por esas mujeres que estaban en sus casas, quizás deseosas de compartir las mesas desplegadas en la plaza del ayuntamiento, con nosotros, con hijos maridos y nietos, que también hacen parte del cotidiano del pueblo.
Guy Pecoul, alcalde de Roquemaure, trocea uno de los grandes panes (excelentes!) horneados en la panaderia del boulevard National.
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