En efecto, la estación del Este está a dos pasos de la gare du Nord, pero estando en la boca del metro, no había mejor elección y cinco minutos más tarde estaba en la plaza del 11 de noviembre 1918, frente a la estación, en cuya explanada el gentío se aglomeraba mirando la proyección de Pierrick Sorin, una alegoría a la foto como recuerdo de vacaciones o recuerdo de familia. El público estaba invitado a posar en dos estudios fotgráficos instalados para la ocasión y las fotos eran difundidas en la pantalla panorámica (Vous êtes tous mes amis). El artista, que aparece sistemáticamente en diversos roles junto al público, presenta una imagen absurda y burlesca de la vida cotidiana.
© cAc 2008
También de Sorin es la proyección gigante que viste la fachada del hotel Terminus Est, situado frente a la estación. La instalación tiene por título Artiste en bâtiment y los filmes son creados en directo por efecto de la manipulación de objetos pequeños o de maquinarias inventadas que dan vivacidad a la proyección. El ambiente festivo de la estación del Este lo creaban, a manera de cine-concierto, los músicos Don Nino y Rasim Biyiki.
© cAc 2008
Un resplandor azul se levantaba del lado del claustro de los Recoletos. No estaba bien abandonar la estación sin echar un vistazo a la instalación de Léa de Saint-Julien y de Émile Rommey que con la Fôret des Mânes, compuesta de efectos luminotécnicos, sonido, vídeos, elementos vegetales y minerales, y de fotografías, presentaban una exploración al destino, a la transmisión y a nuestros ancestros usando al mundo en cuatro puntos cardinales.
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También de Sorin es la proyección gigante que viste la fachada del hotel Terminus Est, situado frente a la estación. La instalación tiene por título Artiste en bâtiment y los filmes son creados en directo por efecto de la manipulación de objetos pequeños o de maquinarias inventadas que dan vivacidad a la proyección. El ambiente festivo de la estación del Este lo creaban, a manera de cine-concierto, los músicos Don Nino y Rasim Biyiki.
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Un resplandor azul se levantaba del lado del claustro de los Recoletos. No estaba bien abandonar la estación sin echar un vistazo a la instalación de Léa de Saint-Julien y de Émile Rommey que con la Fôret des Mânes, compuesta de efectos luminotécnicos, sonido, vídeos, elementos vegetales y minerales, y de fotografías, presentaban una exploración al destino, a la transmisión y a nuestros ancestros usando al mundo en cuatro puntos cardinales.
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