Otro día de tiempo a pedir de boca ! Carcomido por la duda de si iba o no a la randovélo, terminé preparándome para no sentirlo después. A las diez ya estaba en la explanada del Hôtel de Ville. La algarabía se hacía sentir y los ciclistas llegaban a la plaza por todas las bocacalles posibles. Yo doblé izquierda desde el “Quai de Gesvres” junto a un grupo familiar que se me unió en Châtelet. Otros llegaban por Rivoli y hasta en sentido contrario por la calle Victoria. Noche de cláxones y sirenas. Nuevas caras y nuevas bicicletas aumentando el bullicio. Algunos ciclistas no contentos de la disciplina protestaban. El equipo de staffs trataba de calmar los ánimos. Con retraso se dio la orden de salida por Victoria y la randonnée se puso en marcha. Comenzamos juntos a pedalear, casi al principio del pelotón, Jean-Noël y yo. Pero no llevábamos el mismo ritmo. Yo iba más al ritmo de Armando, un portugués conversador y simpático y Peter, un malián que filma una buena parte de la randonnée. La pausa estaba prevista en el square de Batignolles, a dos pasos de mi casa, lo que me incitaba a abandonar la “course” después del reposo. Pero no hubo pausa. La randonée se vió interrumpida por un incidente y volvimos a nuestro punto de partida. El camino de vuelta fue con Mikolaj, un joven polaco que acaba de llegar a Paris para hacer estudios de literatura y vive en mi barrio. Los ciclistas nocturnos tienen todos los colores de muchas banderas del mundo. El entendimiento está en sus bicicletas!
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