Ya era hora de desempolvar la bicicleta y darle mantenimiento. Grasa, aire, una protección en gel para el sillín, renovar las pilas de las luces de seguridad y a pedalear. Cada viernes si el tiempo lo permite, patinadores y ciclistas se apropian de las calles de Paris, en un recorrido siempre diferente. Llegué con tiempo suficiente a la explanada del Hôtel de Ville, pero a causa de una instalación temporal me encaminaron a la plaza St-Gervais que está del otro lado del ayuntamiento.
A las diez de la noche todo está listo para la excursión nocturna, de la cual estuve ausente durante casi dos años.
El recorrido como es habitual, bajo el ojo protector de un buen equipo, y amenizado por todos, cada uno a su aire. El grueso de la randovélo comprendió una buena parte del barrio 18 y la etapa más dura fue remontar Montmartre, bordear su legendario viñedo y seguir la cuesta hasta la explanada del Sagrado Corazón donde hicimos una pausa.
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