El tren conocido como “el Santiaguero” salió de la Estación Central de La Habana con casi una hora de retraso y siguió acumulando tardanza a medida que (avanzaba?) hacia el oriente cubano. Llegamos a Santiago de Cuba al final de la mañana del siguiente día. Fue mi primera visita a la ciudad que parece un balcón abierto al Caribe. Teníamos un compañero de cursos en la universidad, siempre planeando un viaje a “su tierra” con sus más allegados y un buen día le tomamos la palabra. No es mi intención contarles las peripecias bajando y subiendo las calles en cuesta de Santiago. Una de nuestras intenciones era visitar el Santuario del Cobre, y esa fue la mayor peripecia. Salimos bien temprano en una máquina de alquiler palabreada de antemano, y que dejó la ciudad buscando el norte por la carretera a Palma Soriano. La ruta sinuosa, va flanquando el macizo mientras se desvía a la izquierda. Caseríos diseminados despertándose en una mañana fresca de noviembre. Corría 1981.
Antes que el pueblo, desde la carretera se vislumbra la silueta del santuario, convertido en Basílica Menor por una bula papal desde 1977.
Me hubiera gustado dormir una noche en el hospedaje que mantienen las hermanas de la Caridad. Pero el tiempo solo daba para visitar el Santuario, pues la máquina nos esperaba para regresar a Santiago a horas del mediodía.
Me hubiera gustado dormir una noche en el hospedaje que mantienen las hermanas de la Caridad. Pero el tiempo solo daba para visitar el Santuario, pues la máquina nos esperaba para regresar a Santiago a horas del mediodía.
Hoy recuerdo con satisfacción mi visita al Cobre, otrora Real de Minas, un poblado que nació sobre una tierra cuyas entrañas son puro cobre. La leyenda cuenta que en el siglo XVII, la Virgen se le apareció a tres pescadores atrapados por una tempestad en la bahía de Nipe, que está en la costa norte de la provincia. La imagen fue llevada hasta Real de Minas y allí se le construyó una ermita. Más tarde, los mineros edificaron el primer santuario del Cobre. La Virgen de la Caridad del Cobre, Ochún para los que practican los cultos afrocubanos, es la patrona de Cuba y dueña de las aguas dulces, como lo es Regla del mar. Se celebra el 8 de septiembre, su color es el amarillo y se le ofrecen girasoles, además de gallinas con plumas amarillas, canarios, patos, un chivo si está castrado, pavo real y no le puede faltar miel y canela entra las ofrendas y durante los sacrificios. También cuenta la leyenda que, Oshún, asediada por Ogún, y tratando de escapar, se lanza al río, de cuyas aguas es salvada por Yemayá, que le ofrece el río como refugio y la hace dueña de las aguas dulces.
La imagen de la Virgen de la Caridad en su camarín guarda con celo los votos que ofrecen los devotos agradecidos y que depositan en la Capilla de los Milagros.
Cuando vuelva a Oriente, detendré mis pasos en el Cobre para saludar a la virgen patrona de Cuba.
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