La casualidad quiso que nos instaláramos en Batignolles llegando a Paris. Batignolles fue un pueblito que se formó en 1847 y que fue anexado a Paris en 1860 cuando se rediseñó el mapa administrativo de la ciudad. Ciertamente que el pueblo evolucionó pero hasta nuestros días ha sabido guardar un encanto particular y ciertos misterios ligados al inmemorial bosque de Batignolles. La aparición de brujas, algunas metamorfosis todavía sin explicación, la reaparición de iluminados y desapariciones inexplicadas han sido fecundas en Batignolles. Los fenómenos no han estado nunca ausentes en el paisaje de Batignolles y para protegerse de los mismos en los inicios del nuevo milenio, los habitantes del barrio se lanzaron a la calle con un nuevo rito que sacude las calles, las plazas, las esquinas y los comercios a ritmo de rififí. Cada año, finalizando el verano, fiestas, música, teatro, danzas y sacrificios se unen en la procesión callejera del montruo (uno diferente cada año!) y durante varios días, la energía se evade de las cavas y sótanos, irriga las calles y sopla como viento en todas direcciones. Si quieren bañarse en el oleaje suave de las calles del barrio, escuchar música tomando una cerveza frente a Sainte Marie de Batignolles o conocer los rincones secretos de los patios interiores, entra en el portal del rififí: http://www.durififi.com/ y sigue al monstruo en su deriva.
jeudi 18 septembre 2008
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