L'économie cubaine: changements ou illusion?
Carlos Quenan, quien fuera mi profesor de economía latinoamericana en un curso que tomé en la universidad, fue el tercer invitado de TELA. Para el economista, la cuestión cubana no resulta fácil caracterizarla, sobretodo en una “situación de aniversario”, y cuyos cincuenta años van a celebrarse con eventos que arrancan al terminar el verano. No obstante, se pueden aportar piezas a un tema cuyo título de entrada pone problemas. Si, hay cambios e ilusiones también. Todo depende de la dimensión semántica que le otorguen los actores involucrados. Digamos, el término transición, el término reformas. Hay las dos, las dos existen. Y las autoridades cubanas rechazan ambos términos. Ahora bien, cuál es el alcance de los cambios? No se puede pasar por alto la historia y Cuba fue un caso singular en América Latina, con características específicas de lo que fue logro y prosperidad económica en el continente, como Argentina, Chile (yo hubiera preferido pensar a Uruguay y no a Chile, en lo que a prosperidad se refiere) donde se había formado una elite, un cosmopolitismo, una educación, cierto esplendor social, un capital humano que participa en la avanzada revolucionaria. Los años pasan. Cuba no cambia su modelo socialista y se empeña a seguir en un bloque socialista que no existe, teniendo como frontera más próxima la que la separa de los Estados Unidos. De ahí, la importancia y el valor que se le dan a dos palabras claves en el contexto cubano: nacionalismo e igualdad. Y cuál es la estrategia actual? Pues revelar a través de textos los cambios siguiendo la continuidad, la continuidad siguiendo una estrategia realista, la estrategia realista como premisa. A saber, lograr una integración internacional sólida, resolver el problema de la dualidad monetaria, es decir, buscar un balance entre el peso cubano y el peso cubano convertible. Digamos una integración realista prudente, que proponga una reforma de salarios, una reforma de los precios, en una sociedad atada a la “libreta”, y que todo vaya en función de resolver una problemática, aquella de modificar los valores de la igualdad, de la equidad. La postura a tener en cuenta es saber organizar, saber ordenar. Todo depende de la forma de actuar del gobierno cubano, de las alianzas políticas, económicas, (Venezuela y Brasil) conjuntamente con otros pilares (Canadá, España y China). Habiendo sentado estas bases se llega a un punto, el más difícil de dirigir, los elementos de los escenarios de la evolución cubana. Es decir, el equilibrio entre los cambios y la continuidad. Caemos en la cuestión generacional. Los que tienen menos de cuarenta años quieren más espacio, quieren más incitación y menos igualitarismo. Y está la generación “fidelista”, conservadora. Observamos una tradición política que se traduce en capacidad política. Y existen corrientes en todos los frentes. El equilibrio de fuerzas tiene cita en el próximo congreso del partido comunista cubano. Sale a flote entonces, la evolución de la articulación que está presente en toda la evolución cubana. A la ayuda exterior se articula la dinámica interior. La campaña presidencial americana 2008 está en marcha. En qué perspectiva, refiriéndonos a Cuba, puede avizorarse las elecciones en Estados Unidos?
El debate estuvo marcado por la reserva de los ponentes al responder las preguntas emanadas del público. A la pregunta de si a la desaparición física de Fidel Castro, podía llegarse a un pacto político, el señor Colombani optó por la ambigüedad: es una pregunta demasiado política. El moderador de la mesa intervino y dijo que con una dosis de sutileza del gobierno cubano no habrá repercusión política inmediata una vez desaparecido Fidel Castro. Y acotó que con la desaparición, el choque más brusco lo recibirá la población cubana. Alguien preguntó qué pasaría si la derecha ganara las próximas elecciones en Venezuela. La respuesta fue concreta: eso sería muy dramático para Cuba. Cuba aporta entre 40 000 y 60 000 expertos a Venezuela en multitud de dominios y no solamente médicos como se escucha frecuentemente. Un cambio en Venezuela sumiría a Cuba en otro “periodo especial” de consecuencias incalculables. Al tomar la palabra, Carlos Quenan comenta sobre la estrategia de los cubanos para reforzar y volver a atrapar la pérdida del capital político, trayendo a primer plano la figura de Fidel Castro que de comandante vuelve a la escena como comendador. Y se convierte en amigo consejero de su hijo espiritual venezolano, el presidente Hugo Chávez. Entre los que siempre tienen algo que preguntar, no podía faltar el articulista de Le Monde, Paulo Paranagua, que se interesaba al peso de la deuda cubana, si las empresas confiscadas podían ser un problema y cómo sería la reparación a las mismas. Conocedor del dominio le respondió Gilles Bouyer, enumerando algunas experiencias en ese sentido, por la que transitaron los países de Europa del Este, y las dificultades propias de la situación cubana y de los reclamantes, ya fuera por restitución o a través de indemnización. Colombani se encarga de responder escuetamente respecto a la vuelta a la mesa de negociaciones en referencia al pago de la deuda. Janette Habel, que no se pierde un solo evento en el que Cuba sea el tema de debate, tampoco faltó a esta tribuna, no tanto para preguntar como para dejar claro su persistente ambigüedad en cada salida a escena, al salir ésta vez en defensa del proyecto cubano, y ensalzar la justeza del mismo así como los valores del nacionalismo y de justicia social. Igualmente dio a entender que Fidel Castro no es una figura compatible con la economía de mercado y de las relaciones con los Estados Unidos.
La integración latinoamericana emerge en el debate como clave para asegurar la soberanía cubana, y cómo esa integración es fundamental para Raúl Castro, como lo es la importancia del sistema de apoyo ciudadano. La población cubana no vive bien y existen lagunas entre la realidad cubana y la solución de problemas que no pasa por el sistema de la legalidad. La solución encontrada en la estrategia con Venezuela no salva al ejecutivo cubano de encontrar otras soluciones. Colombani insiste en la existencia de un margen en la exigencia, y acota que los cubanos están más informados de lo que uno se imagina, y saben día a día, lo que sucede en el mundo. Y es por ello, porque saben lo que pasa en el mundo, que las nuevas generaciones quieren vivir de una manera más simple, sin necesidad de trabajar ilegalmente, sin necesidad de robar, simplemente trabajando y cobrando para colmar sus necesidades. La última pregunta del público se refirió a si había una verdadera dinámica en el mercado interior de la isla, y la respuesta fue corta, no, es de una lentitud sorprendente.
2009 será un año crucial para Cuba. Esa es la conclusión inicial de la tribuna. Crucial porque se cumplen cincuenta años de revolución, justo en el momento que una “transición” se pone en marcha, a la sombra de diferentes escenarios atípicos. En el 2009 se reunirá el PCC en congreso y es el año de la toma de funciones de un nuevo presidente estadounidense. Una posible normalización de las relaciones con los Estados Unidos y la concepción de nuevas reformas no pueden poner en juego las conquistas sociales y la soberanía de la isla. Salvo una crisis, salvo un accidente mayor, y no por las vías de una transición económica y política a largo término, las nuevas generaciones de cubanos aspiran a un cambio. La población no quiere comprometer la estabilidad social, aunque está capacitada para adaptarse a determinadas condiciones. Sólo una minoría de la sociedad cubana está por la transición. Qué ha cambiado entonces en Cuba? Digamos que el clima de debate intelectual. Se observa un cambio institucional. La crítica a las dificultades, una discusión nueva que antes no existía, una forma de libertad de expresión que resurge poco a poco. El manejo del sistema. Sin embargo, queda mucho camino que recorrer, como lo es el compromiso de hacer una reforma económica, la consolidación de las fuerzas armadas y el papel rector de las empresas, la solución al doble sistema de cambio y lo referente a la inversión extranjera. Cabe agregar que el estilo de gobernar ha cambiado, ha ido del estilo autocrático al colegiado pragmático y el discurso ha evolucionado, falta saber si la economía cubana es una economía socialista de mercado o una economía de mercado socialista.
El debate estuvo marcado por la reserva de los ponentes al responder las preguntas emanadas del público. A la pregunta de si a la desaparición física de Fidel Castro, podía llegarse a un pacto político, el señor Colombani optó por la ambigüedad: es una pregunta demasiado política. El moderador de la mesa intervino y dijo que con una dosis de sutileza del gobierno cubano no habrá repercusión política inmediata una vez desaparecido Fidel Castro. Y acotó que con la desaparición, el choque más brusco lo recibirá la población cubana. Alguien preguntó qué pasaría si la derecha ganara las próximas elecciones en Venezuela. La respuesta fue concreta: eso sería muy dramático para Cuba. Cuba aporta entre 40 000 y 60 000 expertos a Venezuela en multitud de dominios y no solamente médicos como se escucha frecuentemente. Un cambio en Venezuela sumiría a Cuba en otro “periodo especial” de consecuencias incalculables. Al tomar la palabra, Carlos Quenan comenta sobre la estrategia de los cubanos para reforzar y volver a atrapar la pérdida del capital político, trayendo a primer plano la figura de Fidel Castro que de comandante vuelve a la escena como comendador. Y se convierte en amigo consejero de su hijo espiritual venezolano, el presidente Hugo Chávez. Entre los que siempre tienen algo que preguntar, no podía faltar el articulista de Le Monde, Paulo Paranagua, que se interesaba al peso de la deuda cubana, si las empresas confiscadas podían ser un problema y cómo sería la reparación a las mismas. Conocedor del dominio le respondió Gilles Bouyer, enumerando algunas experiencias en ese sentido, por la que transitaron los países de Europa del Este, y las dificultades propias de la situación cubana y de los reclamantes, ya fuera por restitución o a través de indemnización. Colombani se encarga de responder escuetamente respecto a la vuelta a la mesa de negociaciones en referencia al pago de la deuda. Janette Habel, que no se pierde un solo evento en el que Cuba sea el tema de debate, tampoco faltó a esta tribuna, no tanto para preguntar como para dejar claro su persistente ambigüedad en cada salida a escena, al salir ésta vez en defensa del proyecto cubano, y ensalzar la justeza del mismo así como los valores del nacionalismo y de justicia social. Igualmente dio a entender que Fidel Castro no es una figura compatible con la economía de mercado y de las relaciones con los Estados Unidos.
La integración latinoamericana emerge en el debate como clave para asegurar la soberanía cubana, y cómo esa integración es fundamental para Raúl Castro, como lo es la importancia del sistema de apoyo ciudadano. La población cubana no vive bien y existen lagunas entre la realidad cubana y la solución de problemas que no pasa por el sistema de la legalidad. La solución encontrada en la estrategia con Venezuela no salva al ejecutivo cubano de encontrar otras soluciones. Colombani insiste en la existencia de un margen en la exigencia, y acota que los cubanos están más informados de lo que uno se imagina, y saben día a día, lo que sucede en el mundo. Y es por ello, porque saben lo que pasa en el mundo, que las nuevas generaciones quieren vivir de una manera más simple, sin necesidad de trabajar ilegalmente, sin necesidad de robar, simplemente trabajando y cobrando para colmar sus necesidades. La última pregunta del público se refirió a si había una verdadera dinámica en el mercado interior de la isla, y la respuesta fue corta, no, es de una lentitud sorprendente.
2009 será un año crucial para Cuba. Esa es la conclusión inicial de la tribuna. Crucial porque se cumplen cincuenta años de revolución, justo en el momento que una “transición” se pone en marcha, a la sombra de diferentes escenarios atípicos. En el 2009 se reunirá el PCC en congreso y es el año de la toma de funciones de un nuevo presidente estadounidense. Una posible normalización de las relaciones con los Estados Unidos y la concepción de nuevas reformas no pueden poner en juego las conquistas sociales y la soberanía de la isla. Salvo una crisis, salvo un accidente mayor, y no por las vías de una transición económica y política a largo término, las nuevas generaciones de cubanos aspiran a un cambio. La población no quiere comprometer la estabilidad social, aunque está capacitada para adaptarse a determinadas condiciones. Sólo una minoría de la sociedad cubana está por la transición. Qué ha cambiado entonces en Cuba? Digamos que el clima de debate intelectual. Se observa un cambio institucional. La crítica a las dificultades, una discusión nueva que antes no existía, una forma de libertad de expresión que resurge poco a poco. El manejo del sistema. Sin embargo, queda mucho camino que recorrer, como lo es el compromiso de hacer una reforma económica, la consolidación de las fuerzas armadas y el papel rector de las empresas, la solución al doble sistema de cambio y lo referente a la inversión extranjera. Cabe agregar que el estilo de gobernar ha cambiado, ha ido del estilo autocrático al colegiado pragmático y el discurso ha evolucionado, falta saber si la economía cubana es una economía socialista de mercado o una economía de mercado socialista.
Maison de l'Amérique latine. Paris, 25 de junio del 2008.
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