dimanche 7 juin 2009

Thymus/Thym/Tomillo

A mi tia Hilda Velia que fue una sagrada cocinera no le podía faltar el tomillo en su cocina y tampoco sé cómo se las arreglaba para que las sopas, las carnes y los guisos siempre tuvieran una pizca de la hierba. Un bocal de tomillo, se encuentra en cualquier mercado. Pero salir a campo traviesa, entre los viñedos, arrancarlo a la garriga, da una sensación de libertad que bate alas en el aire y deja extasiado. Lo que no sé es si Hilda Velia sabe que existen unas trescientas cincuenta especies de tomillo. El tomillo es fundamental en el bouquet garni (además de las hojas de laurel, la salvia, la albahaca, el romerillo y el estragón), y en la composición de especies nombradas “hierbas de Provenza”. Ah, la Provenza!, cuántas hierbas y cielos, vientos y atardeceres planeando en sus senderos! Y cada vez que nos paseamos entre los viñedos, hacemos acto de recolectores de tomillo, porque fresco, arrancado a la tierra o delicadamente cortado con tijeras, es aún más perfumado que su hermano prisionero en los supermercados. El aromático tomillo es de esas plantas perennes que resisten los embates del clima. Es de poca altura y su tallo leñoso soporta las ráfagas del mistral. Y ni qué decir del suelo, aquí seco y pedregoso, como es la garriga en Provenza.

Egipcios y griegos ya la utilizaban en sus ritos y costumbres. Los primeros en el arte de embalsamar. Los segundos para dar olor a sus baños y como incienso en los templos. En la Europa medieval, el tomillo era dado a los guerreros por las mujeres como una forma de envalentonar a sus hombres. Hilda Velia pasa sus días sentada en su sala con el rosario entre sus manos. Manos que no acarician ramas de tomillo hace ya tiempo. Esas ramas que también fueron parte de ritos funerales y que aseguraban un paso perfumado al más allá. Y por qué no?

©2009-cAc

Aucun commentaire: