No pretendo darle un hálito morboso a mi texto y mucho menos a este blog. Pero la muerte hace parte de la vida, y en vida y muertos, entramos en los camposantos. Pretendo que sea vivo mi blog y por tanto entro como tal en los parajes silenciosos del descanso eterno. Nada hay que hacer en la Sainte-Croix. Ya lo hemos hecho. Visitamos el cementerio de los Cuatro Cantones porque a eso hemos ido, pero no me interesa comentar qué nos llevado a detenernos frente a la tumba de los ancestros. Pinos. Cipreses. Sombras que se entrecruzan y letras tocadas por sol que encandilan la vista. Ni un alma tropezamos. Tampoco al salir. Hemos puesto la mano para unir amores separados hace más de medio siglo. El silencio era rey cuando quisimos.
©cAc-2008
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