lundi 15 juin 2009

Sous la voûte du chœur de l’église St-Roch à Paris

He ido a la librería japonesa Junkudo y la iglesia de Saint-Roch se me hace camino. Es el único sitio religioso de Paris en el que a menudo entro. Soy devoto de San Roque y por consiguiente de Elegua. Confieso que no soy practicante, pero el silencio que se diluye entre sus naves, me empuja a sentarme y meditar frente al altar de San Roque. Y nunca paso por alto sus ornamentos, pinturas y vitrales. Quiero detenerme en las pinturas de la bóveda del coro. La luz que penetraba por los vitrales se desmoronaba en el piso graciosamente y hacía resaltar los colores de las pinturas. El conjunto pictórico está firmado por el pintor Adolphe Roger y las molduras y la decoración suplementaria fueron obra de Baltard. Aprovechando la buena luz traté de acercarme a las representaciones que datan del Segundo Imperio. Ardua tarea. Cámara y prismáticos. Luego lápiz y papel para hacer apuntes y no olvidar detalles. La iglesia, vacía, era toda de mi posesión. Ni San Pedro, ni San Mateo pusieron atención a mi capricho fotográfico. Otro tanto hizo el ángel Séhaltiel, las alas desplegadas saliendo de su túnica roja. Con la mano derecha, el ángel porta una copa y con la izquierda un medallón con las iniciales SR.
©2009-cAc
©2009-cAc
San Mateo, vestido de verde y envuelto en una túnica roja, descansa sobre una nube. Escribe su Evangelio, que muestra abierto, con su mano derecha, en la izquierda sostiene el estilo. Un ángel arrodillado a su derecha, le sostiene a él, y otro ángel, vestido de blanco, planeando encima, con la mano derecha puesta sobre el corazón, y una llama en su frente, le trasmite al santo la sagrada inspiración. San Pedro, mirando al frente y sentado sobre su cátedra pontificia, porta una túnica blanca, y una capa amarilla ajustada por un cierre de diamantes. Portador de las llaves del reino celestial, con la derecha indica al cielo y con la izquierda apunta a la tierra. La tiara de pontífice está a sus pies, y por cada lado, asistido de ángeles alados, ambos portando una llama, uno levantando su capa, el otro apoyado sobre un pedestal en que dificilmente puede leerse : « Tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesia meam ».
Afuera, gentes que hacen su almuerzo de mediodía sentadas en los escalones de la iglesia. Las palomas revolotean y corren detrás de las migas de pan que hacen caer los que devoran su sandwich.

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