Yo me esperaba más imágenes de Lanzarote y secuencias interminables serpenteando la tierra aún manchada de lava y piedras volcánicas de la isla. Yo me esperaba ver Punta de la Mujeres en ese extremo que casi toca la costa africana. Me conformé mirando como aquella vez las aguas de El Golfo protegidas por el ocre y el negro confundidos de la lava endurecida. Pero no puede uno esperarse todo en la vida. Ni tan siquiera rehacer abrazos cuando la ruptura es demasiado grande o pequeña y brusca. Me crucé de brazos y no parpadeé hasta el final de este nuevo Almodóvar que no sé si es más sugerente verlo como étreintes brisées o simplemente como los abrazos rotos que de manera absoluta su director nos regala (aunque paguemos la entrada!) como una declaración tierna de amor al arte que lo elevó a la fama.
mardi 23 juin 2009
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