samedi 27 juin 2009

Paisajes a través de una ventana

A 350 km/h entre Paris y Avignon el paisaje es como una película que se rebobina hacia delante. La velocidad no impide disfrutar en cualquier estación la campiña francesa veteada de sembrados, tocada de burgos y campanarios o atravesada por ríos que nacen en recónditos lugares. A 350 km/h eres el espectador pasivo detrás de una ventana.

©cAc-2009

A 110km/h entre Avignon y La Ciotat la película se convierte en serie televisiva con pausas y lecturas mirando siempre adelante, adelantando, protestando, observando al imprudente que puede causarte la desgracia del siglo , pagando en los peajes, escudriñando el paisaje agreste y adivinando la procedencia de los automóviles cuyos pasajeros, como nosotros, también se sienten escudriñados por los curiosos.
©cAc-2009
Dos chicas del 84 en su descapotable conversan detrás de sus gafas de sol sin temor a la crisis. Cuatro muchachos del 34 llevan una música rock estridente capaz de despertar a las montañas. Un pareja de septuagenarios del 26 van pegados a la izquierda huyéndole a los camiones pesados, que aunque pocos, no dejan de ser una carga en la caravana que rueda por la A7. Autopista semifluida. Dos abuelos ruedan buscando la estabilidad de su senda…, los evitamos, la abuela come un sándwich mañanero, el abuelo con el volante a la derecha. Infatigables ingleses que muestran un GB enorme en el cristal posterior. Belgas con su maletero plástico portátil sobre la parrilla. Y otro belga con bicicletas rompiendo el aire de la ruta. Un 4x4 del 75 inundado de parisinos altaneros y la Peugeot del 92 arrastrando un velero que hará más ruta por tierra que paseos por el Mediterráneo. En la salida de la autopista que entra a Marsella, los carros van cargados a tope, y las mujeres llevan la cabeza cubierta. Seguramente van de vacaciones y toman el barco para Argelia en el puerto. Los carros-caravana holandeses siguen por la A8 como nosotros. Un bólido truena y al pasarnos logro ver que es un loco italiano de la región de Aoste. Dejamos atrás Aubagne y por el canto de las cigarras nos percatamos que la bahía de los Ángeles se abre ante nosotros. La Ciotat se despierta con el Pico del Águila erguido en un punto de su geografía.
©cAc-2009

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