En la otra punta del lago Leman

Mientras rodamos por la autopista que nos aleja de Ginebra, disfrutamos del paisaje montañesco del otro lado del lago. Los picos nevados se suceden, plateados cuando el sol generoso los toca con sus brazos. El monte Salève, en la lejanía el Mont Blanc coronando los Alpes al sur, y al norte los montes de Jura.
Coopet, Nyon, Rolle, Morges, St-Sulpice, Lausanne, Vevey, se dejan acariciar por las aguas frías del lago. Casi invisibles protegidas por el macizo alpino, de otro lado, Thonon y Evians en la margen francesa que baña el Leman. ©cAc2008

El sol sigue ganando espacio y envuelve Montreux. Lago, montaña y ciudad se entrelazan disputándose un lugar en cada pupila que lo observa. Por qué eligió Rousseau a Clarens como cuadro de su Nouvelle Héloïse? Montreaux creció y envolvió Clarens y se convirtió con su bahía en el balneario más animado del lago Leman.

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Lago infinitamente azul espejo de los flancos sembrados de viñedos, rivera ávara de suntuosos palacios y hoteles nacidos en la Belle Époque, jardines llenos de higueras, laureles, magnolias, palmeras y cipreses que sólo un clima meridional puede dejarlos crecer.
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Con la Navidad a las puertas, Montreux se erige en marché de Noël extendido en todo su litoral, la humareda de salchichas alemanas, chalets suecos y castañas italianas, cervezas artesanales, chocolates y mieles y para calentarse, un “vin chaud” mientras esperamos que el barco se acerque a la rada, seguido de gaviotas que aplauden su llegada y de patos dando volteretas a cada trozo de pan tirado al agua.

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Para animar el mercado antiguo de Montreux, una coral suiza vestida con sus trajes tradicionales.

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Sabía que Freddy Mercury tuvo su residencia en Montreux? El cantante apreciaba la discreción y la gentileza de sus habitantes. Mírenlo aquí, esculpido entre los curiosos visitantes del mercado de navidad.

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