El monte Faron, roca calcárea desde la que se domina la más bella rada europea, el Mediterráneo infinito y toda la costa llamada de las Islas de Oro, es un faro natural alto de 584m. El panorama que ofrece Faron es indiscutiblemente grandioso y aunque el vértigo puede sorprenderlo en la subida, el paisaje hará efecto de remedio natural para curarlo.
En el Mont Faron, convergen la historia (museo de la Liberación), la memoria (museo del Desembarco de Agosto de 1944), la meditación (la capilla) y la naturaleza, con su espacio apacible, quebrado únicamente por las cigarras durante el verano, es un lugar que veneran marinos, militares y los habituales que recorren sus senderos.
La subida al monte Faron no fue un azar en el viaje a Toulon. Un amigo acostumbraba a caminar por sus parajes como también lo hacía por los senderos que atraviesan los flancos del Caume. Él admiraba la pureza de esos lugares, y de visita en Paris, hablamos de subir al monte en VTT, de ver los barcos allá lejos en la línea inmutable del Mediterráneo, de ver la silueta soleada de Toulon y de entrar a la gruta convertida en capilla, verdadero abra de paz cuyo silencio acompañado del aire rozando los pinos exteriores hace meditar sin que el tiempo empuje a la salida. Hemos subido los dos montes sin él, y hemos entrado a la gruta para en su silencio, rendirle recuerdo.
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