lundi 11 août 2008

Ceyreste

Ceyreste, situado sobre la ruta que conduce al circuito de Castellet, es un pueblito que ha sabido cuidar las pintorescas fachadas provenzales y a pesar de su cercanía a las playas y calas de La Ciotat, los promotores inmobiliarios ávidos de terrenos no tienen prisa. Felizmente.
La plaza central, muestra oronda su alcaldía protegida de enormes platanes, la poste, el círculo de La Unión, comercios y las casas de antiguos notables del pueblo, pero no la iglesia.
La pequeña iglesia romana del siglo XII, compuesta de dos naves, está enclavada al fondo de una callecita sin salida. No tiene cura emplantillado y para la misa viene uno desde La Ciotat. La fuente romana abovedada, que marca la antigüedad del pueblo es del siglo XIII y está flanqueada por un depósito circular tallado en un bloque de mármol en el cual pueden verse huellas de una inscripción romana.
El proverbio popular dice “Ceyreste, qui va y reste”. Yo hice en bicicleta los cinco kilómetros desde La Ciotat a la antigua colonia masaliota de Citharista y ciertamente, sin ninguna intención de quedarme.
Después de internarme en sus callejuelas y pasadizos sombríos y frescos, que sus habitantes llaman cabarotes, de esquivar la comunidad de gatos que hacen la siesta alrededor y sobre la fuente romana y quedarme, eso si, con deseos de entrar en la iglesia, volví a tomar la ruta de vuelta a la ciudad cuna de la “pétanque”.

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