Como soy timonel de mis idas y venidas, puse el dedo sobre el miércoles siete de enero para poner fin a las demasiado largas “vacances de Noël” y entrar a Paris. Billete comprado con bastante tiempo (casi dos meses de antelación, el prem’s no es ni cambiable ni reemborsable!, sncf oblige), y a partir del día jueves una agenda en movimiento. Y no!. En este regreso a Paris, el capitán del barco es el tiempo y ni yo ni la sncf podemos cambiar el curso de las cosas, salvo rechinar. Toda la noche del martes al miércoles, el mistral sopló con fuerza, el cielo era claro y límpido. Al alba, el mistral arreció y la frialdad dejó de ser acariciadora para convertirse en pezuñas hiriendo las mejillas. Paris durmió con nueve bajo cero y pronostican cuatro grados menos para esta noche. Toda la Riviera francesa ha visto vestir de blanco sus palmeras. Los marselleses se tiran bolas de nieve en el mismísimo puerto y en toda la región PACA el pánico a cundido, a punto de hacer temblar los tgv, perturbados por los huelguistas y ahora por la frilosidad de sus catenarias. Treinta centímetros de nieve y el tráfico ferroviario se ve suprimido completamente.
©cAc-2009
Casi al mediodía comenzó a nevar en Roquemaure. Las informaciones de 13h00 anuncian la supresión de todos los trenes circulando entre Paris-Marsella-Paris. El caos. Mi tren ha sido suprimido. Verifico en el site infoline de la sncf y confirmo que es una realidad. Mientras tanto sigue nevando en Roquemaure y sus alrededores. Llamo a Paris y anulo lo previsto para la mañana y tarde del jueves. Con buena suerte podré cenar con amigos para celebrar los treinta años de Alí Kemal, mi amigo turco.
©cAc-2009
Ya que no hay otra solución, pues a disfrutar del paisaje nevado del Ródano. El rigor del invierno entorpece el ritmo cotidiano de las regiones no habituadas a ver sus tierras coparse de blanco. Es posible que estemos volviendo a niveles casi normales de condiciones climáticas, que falta hace. Volvemos a casa los pies congelados. Mis botas de goma no son apropiadas, pero no tenía otras. A las cinco de la tarde vuelvo a entrar en infoline. La sncf tiene previsto hacer circular cuatro trenes en dirección a Paris. Cierro mi equipaje y nos ponemos en ruta a Avignon pasando por Sauveterre. Queremos evitar la caída de la noche. La nieve se ha solidificado y los carros patinan. El trayecto que habitualmente hacemos en 15 minutos nos lleva cuarenta. La gare tgv de Avignon es un hormiguero de gente perdida bajo su bóveda. Nadie en información. Nadie para decir que en el andén tres hay un tgv estacionado esperando la orden de partir a Paris. Es el segundo de los cuatro que circularán pero no el que yo debo tomar. Atravieso la estación tirando mi equipaje, el ascensor se ha bloqueado, no hago la validación del billete, monto no se qué vagón, acomodo mi maletín y me siento a esperar el silbato que los ya instalados en el tren esperan después de más de una hora. Un crepúculo negriazul ha dado paso a un cielo borrascoso. Ha cesado de nevar. El tren se pone en marcha. El coche de regreso a Roquemaure volverá a patinar sobre la “route de Sauveterre”. Miro mi billete sin compostar. Billete comprado con bastante tiempo (casi dos meses de antelación, el prem’s no es ni cambiable ni reemborsable!, sncf oblige), y a partir del día jueves una agenda en movimiento. Y no!. Ya todo ha sido cambiado, no vale la pena rechinar!
Ya que no hay otra solución, pues a disfrutar del paisaje nevado del Ródano. El rigor del invierno entorpece el ritmo cotidiano de las regiones no habituadas a ver sus tierras coparse de blanco. Es posible que estemos volviendo a niveles casi normales de condiciones climáticas, que falta hace. Volvemos a casa los pies congelados. Mis botas de goma no son apropiadas, pero no tenía otras. A las cinco de la tarde vuelvo a entrar en infoline. La sncf tiene previsto hacer circular cuatro trenes en dirección a Paris. Cierro mi equipaje y nos ponemos en ruta a Avignon pasando por Sauveterre. Queremos evitar la caída de la noche. La nieve se ha solidificado y los carros patinan. El trayecto que habitualmente hacemos en 15 minutos nos lleva cuarenta. La gare tgv de Avignon es un hormiguero de gente perdida bajo su bóveda. Nadie en información. Nadie para decir que en el andén tres hay un tgv estacionado esperando la orden de partir a Paris. Es el segundo de los cuatro que circularán pero no el que yo debo tomar. Atravieso la estación tirando mi equipaje, el ascensor se ha bloqueado, no hago la validación del billete, monto no se qué vagón, acomodo mi maletín y me siento a esperar el silbato que los ya instalados en el tren esperan después de más de una hora. Un crepúculo negriazul ha dado paso a un cielo borrascoso. Ha cesado de nevar. El tren se pone en marcha. El coche de regreso a Roquemaure volverá a patinar sobre la “route de Sauveterre”. Miro mi billete sin compostar. Billete comprado con bastante tiempo (casi dos meses de antelación, el prem’s no es ni cambiable ni reemborsable!, sncf oblige), y a partir del día jueves una agenda en movimiento. Y no!. Ya todo ha sido cambiado, no vale la pena rechinar!
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