Cielo provenzal pasada la media noche…
Guirnaldas luces y decoración las encontramos por doquier, de Tokyo a Nueva York, de Londres a Istambul, Sidney, Miami, Río o Madrid, que caserío, pueblo o gran ciudad no ilumina sus calles para recibir el Nuevo Año? Recuerdo ese primer día, la familia otra vez en puro trance de masticación como si llevaran meses sin probar bocado. La gente en las ciudades no conoce de esas mesas largas manteladas que la gente de campo saca al patio con todo lo que sobró de la cena de Nochebuena y de la comida del 31, a no ser que tengan familia en las afueras de la ciudad o en zonas rurales. Hay quienes asarán otro cerdito, en pulla, humeando mientras unos le riegan vino y un buen adobo con ajo, limón, cebolla, aceite de oliva y espolvoreado de pimentón y otros beben sentados en taburetes con piel de chivo. Si no, la montería será el plato preferido de la mesa: empellas, chicharrones, masas de cerdo secas cortadas bien finas, y masas y pellejitos, sofreídos en pimentón y vino seco, morcillas y mondongos, lengua, rabo, orejas y las patas rebozadas…, por supuesto, el congrí recalentado en una caldera cubierta con hojas de plátano, yuca con su mojo y chatinos bien doraditos, ensalada de tomates, lechuga y rábanos. Yo me limito a lo que durante años vi en casa de mis tíos y primos y las de otras familias de los barrios “rurales” de la ciudad del Bélico, que tiene sus particularidades con respecto a otras regiones de la Isla. Recuerdo que tuve una novia en Banes y que disfruté mucho un primero de enero en esa ciudad del norte oriental cubano, hubo montería, mucho vino casero y descubrí el pan de nuestros aborígenes, el casabe, y la bebida de la región oriental: el pru.
Guirnaldas luces y decoración las encontramos por doquier, de Tokyo a Nueva York, de Londres a Istambul, Sidney, Miami, Río o Madrid, que caserío, pueblo o gran ciudad no ilumina sus calles para recibir el Nuevo Año? Recuerdo ese primer día, la familia otra vez en puro trance de masticación como si llevaran meses sin probar bocado. La gente en las ciudades no conoce de esas mesas largas manteladas que la gente de campo saca al patio con todo lo que sobró de la cena de Nochebuena y de la comida del 31, a no ser que tengan familia en las afueras de la ciudad o en zonas rurales. Hay quienes asarán otro cerdito, en pulla, humeando mientras unos le riegan vino y un buen adobo con ajo, limón, cebolla, aceite de oliva y espolvoreado de pimentón y otros beben sentados en taburetes con piel de chivo. Si no, la montería será el plato preferido de la mesa: empellas, chicharrones, masas de cerdo secas cortadas bien finas, y masas y pellejitos, sofreídos en pimentón y vino seco, morcillas y mondongos, lengua, rabo, orejas y las patas rebozadas…, por supuesto, el congrí recalentado en una caldera cubierta con hojas de plátano, yuca con su mojo y chatinos bien doraditos, ensalada de tomates, lechuga y rábanos. Yo me limito a lo que durante años vi en casa de mis tíos y primos y las de otras familias de los barrios “rurales” de la ciudad del Bélico, que tiene sus particularidades con respecto a otras regiones de la Isla. Recuerdo que tuve una novia en Banes y que disfruté mucho un primero de enero en esa ciudad del norte oriental cubano, hubo montería, mucho vino casero y descubrí el pan de nuestros aborígenes, el casabe, y la bebida de la región oriental: el pru.
Cielo provenzal al amanecer…
El Año Nuevo en Provenza es otra cosa, no es que sea mejor que en otros lados, pero la mesa es la mesa, y la decoración hace la fiesta! El gallo, que simboliza el año que comienza a correr, será servido, relleno y con toda la grasa que el horno le proporcionará bien acompañado en el gusto y el decorado: los meses estarán representados por doce perdices, los días por treinta huevos y las noches por treinta trufas negras. Pan, queso y vino y otras golosinas y licores. Pura tradición que en contadas ocasiones tenemos oportunidad de disfrutar, salvo que encarguemos un chapón y lo comamos sin todo lo que lleva!. La prisa, los productos listos para servir, la línea a mantener, la pereza, el agotamiento de los días anteriores y del “reveillón” que nos mantuvo en vilo, bailando, colgados al teléfono o pasando sms de felicidades y mejores votos…, la tradición se queda como una historia más a contar sentados a la mesa.
Cielo provenzal avanzada la mañana del Nuevo Año.
2 commentaires:
Estimado Sr. Casanova, sigo haciendo un recorrido espaciado por las bitácoras de siempre. Me ha encantado el paseo del día de Navidad. ¡Qué gusto da leer y visualizar las imágenes!
Un cordial saludo, con los deseos de un venturoso año 2009 y que sigamos leyéndole.
Gracias por el tiempo que se toma, M.Cuevas, y lo propio en votos y parabienes, Bonne Année 2009. cAc.
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