dimanche 9 août 2009

Théâtre antique d’Orange


©cAc-2004
Por su cercanía a Avignon, Orange fue de las primeras ciudades del sur que visité cuando viví en la « cité des Papes ». Y por supuesto, la visita obligada a su teatro romano, que es uno de los mejor conservados en el mundo. Luego fueron visitas espaciadas, para llevar amigos que nos visitaban, o porque es paso obligado para ir hacia otras direcciones. Ayer volví a entrar en ese pedazo de historia imperial romana de cuyos vestigios aún quedan estatuas, sólidas columnas de mármol, frisos y pura piedra que tratándose del muro de la escena, los cantos se elevan al cielo treinta y siete metros, a lo largo de 103 metros. Una pared de la cual diría Louis XIV « Es la más bella muralla de mi reino ». El teatro fue construido bajo el reinado de Augusto, cuando Orange era una colonia romana llamada Arausio, pero no sobrevivió a la decadencia del imperio. En el 391 cerró sus puertas, y fue blanco del pillaje de los bárbaros. Durante el medioevo, fue utilizado como baluarte de defensa y hacia el siglo XVI, durante las guerras de religión, sirvió de refugio a la población que se instaló construyendo habitaciones. No es hasta el s.XIX que el teatro renacerá de sus ruinas gracias a un programa de restauración lanzado en 1825, y de manera pausada , pues para recuperar las graderías, fue necesario expropiar a los ocupantes, a través de engorrosos procedimientos. El teatro está inscrito en la lista del patrimonio mundial de la Unesco. Y como volvía poner los pies llevando en las manos mi cámara, no pude retenerme de dirigir el objetivo hacia sus viejos muros y vestigios.


©cAc-2009

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