lundi 3 août 2009

“Rosé-pamplemousse”, en Chusclan.

©cAc-09
La visita al pueblito de Chusclan nos llevó a descubrir « La Cascade », una « guinguette » al borde del Ceze, teniendo como fondo, escondido entre la vegetación, el priorato Saint Julien, que fue fundado en el 945 por los benedictinos. Yendo hacia el sitio Gicon para observar un cielo estrellado desde un punto sin contaminación lumínica, hicimos un alto para beber algo a modo de aperitivo antes de subir al punto más alto del sitio. Nada más sensato que sentarnos a la caída de la tarde en “La Cascade”, probando algún vino producido en Chusclan, cuya reputación es longeva. A la época de Louis XIV, en la corte se comía el conejo de Darbousset preparado con vinos de Chusclan. Madame de Sévigné, en una carta a su hija, le escribía: “…el buen abad quisiera beber de ese vino que le daría diez años de vida; este pensamiento lo regocijó, tanto por la idea del vino de Chusclan como por aquella de rejuvenecer…”, A falta de conejo y teniendo como cena un “pique-nique” en lo alto de Gicon, un rosado “fruité”, digamos que un Prieuré St Julien, no vendría mal. Pero la carta sugería un “rosé-pamplemousse”, y caimos en la tentación de la sugerencia, logradísima y la cual nos llevamos consigo, en el paladar y en el recuerdo. Un matrimonio perfecto en tiempos caniculares. Y como aquello se bebía fácilmente, pagamos y nos fuimos, para poder subir al sitio y acariciar las estrellas.
©cAc-09

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