lundi 3 août 2009

Le musée d’art sacré du Gard (Pont Saint Esprit)


Fachada románica de la “maison des chevaliers” construida entre el 1190 y el 1200. ©cAc-2009
Un apasionado de la historia de Roquemaure nos había sugerido tiempo atrás de visitar el Museo de Arte Sagrado del Gard, un sitio patrimonial enclavado en un viejo pueblo de la región, Pont Saint Esprit. Allá fuimos. Tarde de domingo, menos sofocante que otros días de este verano, y quizás debido a la rogatoria de la virgen que nos tropezamos la víspera a la salida de Chusclan, y que imploraba un buen aguacero. El cielo la oyó, y la lluvia caída en el valle del Ródano refrescó las tierras sedientas. El museo está situado (*) en la Casa de los Caballeros. Esta casa perteneciente a una familia rodaniana, se comenzó a construir en el siglo XII siguiendo la costumbre medieval de hacerlo en torno a un patio. Desde entonces, los Piolenc, sus primeros propietarios, no escatimaron en embellecerla y modificarla en función del progreso y las necesidades de la familia. Los años pasaron, los Piolenc desaparecieron de la faz de la tierra, y la “maison des chevaliers” siguió plantada allí, con su jardín orientado hacia el Ródano. Plantada, pero casi irreconocible a fuerza de modificaciones y de los estragos que el tiempo es capaz de hacer, pues aquellos que hace el hombre a veces no pueden solucionarse con una buena conservación. Los antiguos depósitos de trigo dan a la calle Saint Jacques. Las salas de honor abren hacia el jardín. La otrora sala de justicia es suntuosa, los techos magníficamente decorados en los siglos XIV y XV. Aunque en el deambular por las piezas sientes que estás en un museo, casi todo en urnas acristaladas, vigilado por cámaras y por un muchacho tipo perro sabueso, que pasaba de una sala a otra con sus ojos de lupa, sientes también las ondas de casa habitada que fue el inmueble. Hay muchas cosas interesantes que ver en el museo. Etnografía religiosa y bellas artes se codean en un ambiente de diversidad cultural, todo en su conjunto encaminado a compartir riqueza patrimonial y memoria colectiva en el más estricto respeto al espíritu laico.

Terminamos la visita en el jardín, abra de paz, apenas alterado el silencio por el agua barboteando en su fuente. Sentados en la escalera que sube a las salas de honor, recordamos otro museo de arte religioso, aquel que visitamos en Riobamba, durante nuestra malograda estancia en tierras ecuatorianas. El museo ecuatoriano, rico en colecciones y menos estricto en materia de prohibiciones fotográficas, se los presentaré uno de estos días. Los dejo sentados en el jardín, mientras yo salgo en dirección al puente medieval que da nombre al pueblo.
(*) Maison des Chevaliers
2, rue Saint-Jacques
30130 Pont-Saint-Esprit

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