Una buena zambullida en la cala de Figuerolles no puede faltar en este blog. Cala bien abrigada, bajo la mirada rocosa del águila y la pasividad del promontorio leonino que se deja escalar por aquellos audaces que buscan el fondo penetrando de golpe en las frescas y límpidas aguas de la pequeña ensenada familiar. Figuerolles es mi remanso para la lectura de todos los « Courrier International » acumulados, distorsionado por las zambullidas de los otros y mis brazadas hasta las piedras reverberantes del islote. La mejor de esas tardes la compartí con la mirada dulce de Julie y el boquiabierto Alí mirando caer desde la altura a los intrépidos saltadores.
lundi 31 août 2009
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