
En el discurso de apertura del congreso de Nagoya, Soetsu Yanagi expresó que “en la Tierra hay multitud de objetos bellos, sin embargo, ninguno, y eso lo sabemos bien, tiene el encanto duradero de la belleza simple y naïve de los objetos ordinarios, que como el mingei nos ofrece la expresión la más fecunda [...]. El movimiento mingei rechazó el privilegio al lujo y al “parecer”, y se esforzó desde la década de 1920 de revelar la belleza de los objetos de uso cotidiano así como su dimensión espiritual. El movimiento, que arrastró el pensador Soetsu Yanagi y que fue sostenido por una nueva generación de artistas/artesanos. Soetsu Yanagi (1889-1961) pensó que “los progresos futuros de la humanidad dependerían de una comprensión mutua entre Oriente y Occidente”. El pensador, de espíritu universal, curioso del esoterismo y del misticismo europeo, se construyó a partir del pensamiento budista y de la Vía del Té. En 1914 descubre la belleza de la artesanía popular anónima de Corea y de Japón. Se convierte en un militante por el reconocimiento de aquello que él nombra mingei (de minshü = pueblo y kogei = artesanía). En 1926, ayudado por sus amigos alfareros Tomimoto, Hamada y Kawai, decide crear un museo de arte mingei, abierto desde 1936.
Como todo lo que tiene que ver con Japón, la exposición nos catapultó al archipiélago y quedamos suspendidos un buen momento.
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