La excursión ciclista de los viernes por la noche queda relanzada. Ayuda el hecho de que el tiempo es agradable. Poner en condiciones la bicicleta, y preparar el equipamiento fue cuestión de media hora. Luego vino la hora de salir, y atravesar la ciudad desde el noroeste buscando el centro con ese pasaje obligado que me he creado : la Gare Saint Lazare, la Ópera, la pirámide del Louvre y el Arco del Carrusel con la perpetual dama de hierro al fondo haciéndome una seña. El Pont des Arts, como es habitual, lleno a tope, el teatro de Châtelet presentando el musical On the Town y de nuevo, el punto de partida, el Hôtel de Ville, con casi toda la explanada para nosotros, digo casi, porque en la misma entrada del ayuntamiento parisino, un grupo de manifestantes mantiene una acción de lucha por la universidad francesa. La salida fue lanzada y en pelotón cerrado los más de 200 ciclistas comenzamos un recorrido por la ciudad que a mi en particular ya me faltaba. Hay mucho que descubrir rodando por los viejos adoquines de Paris, y no es mi intención hacer de esta reseña una guía nocturna de la ciudad, pero no puedo dejar de mencionar la sorpresa ante la excelencia de la vidriera iluminada del Grand Palais des Beaux-Arts, que fue edificado a partir de 1897.
La pausa a mitad del recorrido fue en la explanada de la iglesia Sainte Clothilde en el séptimo distrito. Tampoco pretendo postear cada excursión nocturna de Paris-Randovélo, salvo que para anunciar esta relanza, quiero saludar a dos amigos canadienses, perennes hacedores de ruta, en bicicleta por supuesto, y que recientemente pedalearon por las bacheadas carreteras de la región central de Cuba, haciendo altos en un montón de pueblitos bañados de sol, en la Perla del Sur, en la ciudad de Marta, en la villa de los Laureles, en la de los Olivos, y por supuesto, en la colonial Trinidad.
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