El sistema bancario en la isla nació en el siglo XIX, cuando éramos una colonia española. Evidentemente, los primeros bancos no podían ser si no españoles. En 1832 fue creado el Banco de Fernando VII y veintidós años más tarde, en 1854, nació la Real Caja de Descuentos. La Real Caja de Descuentos fue absorbida en 1856 por el Banco Español de La Habana, que en 1881 fue rebautizado como Banco Español de la Isla de Cuba. Este banco, provisto de la facultad de emisión, sacó a la luz diferentes denominaciones de billetes. La impresión estaba asegurada por el American Bank Note Company of New York.
El más pequeño de los billetes correspondía al de diez centavos (8,4 x 3,9 cms):
El billete de cincuenta centavos no era mucho más grande (9 x 4,4 cms):
Como tampoco lo era el de la denominación de un peso (9,3 x 4,7 cms):
Otras casas bancarias vieron la luz en la segunda mitad del siglo XIX, e igualmente, muchas de ellas desaparecieron. Las confusas operaciones financieras las llevaron a la quiebra, así como la crisis económica desatada a partir de 1857. Al final de siglo, el comercio no era nada alentador, y la isla vibraba con el movimiento independentista cubano que libraba una tenaz batalla contra el gobierno colonial español.
El billete correspondiente a cinco pesos (11,6 x 7 cms) llamaba la atención por sus matices amarillo naranja:
El billete correspondiente a cinco pesos (11,6 x 7 cms) llamaba la atención por sus matices amarillo naranja:
La represión de las autoridades coloniales, la reducción del comercio y la guerra de independencia que fustigaba a la industria azucarera, debilitaron el sistema bancario de la isla, y sólo dos grandes bancos, y algunas instituciones financieras lograron mantenerse a salvo de la debacle del fin de siglo. Para esta época, en la isla circulaban, además de las monedas españolas, monedas francesas y norteamericanas.
El billete de diez pesos, del Banco Español de la Isla de Cuba, se doblaba en cuatro como un pañuelo para reducir sus dimensiones “descomunales”, de 13,7 x 9,3 cms):
El billete de diez pesos, del Banco Español de la Isla de Cuba, se doblaba en cuatro como un pañuelo para reducir sus dimensiones “descomunales”, de 13,7 x 9,3 cms):
Este billete, con sus tonos grises y verdes, presentaba en su cara principal una escena bien cubana: una carreta tirada por una yunta de bueyes en medio de un cañaveral al momento de ser cargada.
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