Conocimos a Lola (más bien una Lolita por su tamaño) en casa de Ema y Hugo. Llevaba una combinación de blanco y gris, sin otra remarca notable. Simpática, nos mostró su arte para estirarse y ronronear. Prefirió quedarse sobre un canapé del salón en lugar de zambullirse en la piscina con nosotros. Tampoco cenó con nosotros, y decidió jugar a la cartomántica haciendo voltear una bola de cristal llena de predicciones. El ayuntamiento invitaba esa noche del 13 de julio a una “sardinade” con música de fondo y violento mistral que obligaba a cubrirse en pleno verano como si el almanaque marcara diciembre. No volvimos a verla, pues dejamos el pueblo en la plaza del reloj, pero pedimos a Hugo que le dijera hasta pronto de nuestra parte. Al día siguiente supimos que Lola había desaparecido esa misma noche. Secuestrada o por decisión propia? Era justo una llamada para hacernos saber la triste noticia de su desaparición. Lola, Lolita, Lola, tarareamos pensando en la simpática gatita de Ema y Hugo. ©cAc
jeudi 14 juillet 2011
Inscription à :
Publier les commentaires (Atom)
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire