Ayer descubrimos una, dos, tres calles, una florería “pas comme les autres”, una boutique anunciando un viejo y delicado oficio, que es el arte de aplicar el « vernis au tampon », una iglesia y su jardín, un jardín de hortensias y arces japoneses al que habrá que volver en primavera, y un confeti de barrio, rehabilitado, a tres pasos de la Bastilla.
Descubrimos la florería una vez que entramos en ella, en busca de los pañuelos de seda que muestra una amiga, Brigitte, venida de Avignon y que expondrá hasta el último día de éste año.
En efecto, Jungle factory vende sus flores con un arte particular, flores que me comentó Valery, la esmerada florista, vienen de los jardines de productores individuales, hacen arreglos florales y son paisajistas también. Una florería arreglada con un abandono propio del buen gusto y con su piso de viejos mosaicos que te trasportan a otras tierras..., ah, es florería atelier, para iniciar a los niños en el arte floral y a lo que fuimos, florería-galería, donde los pañuelos de Brigitte se hacen suaves entre flores y manos curiosas.