samedi 28 février 2009

La novela de mi vida – Leonardo Padura (*)



A alguien como Padura, es difícil de presentar. Es un escritor mayor de la literatura cubana contemporánea del que me he leído casi toda su obra. Lo conocí, en Mantilla, en la casa familiar de los Padura. Me unía una buena amistad a su hermano Javier, competente diseñador, al que admirábamos mi amiga María Elena Lee y yo. Por otro lado, su señora madre es una excelente cocinera que nos sentaba a su mesa como si fuéramos sus propios hijos. Tiempos para no olvidar. Pasaron varios años desde nuestro último encuentro, que fue en mi casa de Paris, años en que no he dejado de seguir el curso de su obra, bebiéndome sus novelas traducidas al francés ( a falta de pan, casabe!) y heme aquí, frente a Padura, escuchando la presentación de La novela de mi vida. Tomo fotos, registro parte de la presentación y vuelvo a mi casa con una sarta de libros bajo el brazo pensando en Trotsky y Mercader, los dos personajes principales de su próxima novela: “El hombre que amaba a los perros”.
©cAc-2009
©cAc-2009
(*)Leonardo Padura Fuentes, La Habana, 1955. Periodista, novelista, autor prolífico, su obra ha sido traducida en numerosas lenguas, haciéndolo uno de los escritores cubanos de mayor prestigio. Escribió su primera novela corta comenzando la década del 80 (Fiebre de caballos), luego daría vida a Mario Conde en la tetralogía Cuatro estaciones [Pasado perfecto (1991), Vientos de cuaresma (1994), Máscaras (1997) y Paisaje de Otoño (1998)]. Autor de varios ensayos (Con la espada y con la pluma; Colón, Carpentier, la mano, el arpa y la sombra, Lo real maravilloso, creación y realidad, Alejo Carpentier y la narrativa de lo real maravilloso) entrevistas, reportajes y cuentos. Otras obras publicadas son Adiós Hemingway (2001), La cola de la serpiente (2001), La neblina del ayer (2002/2003) y La novela de mi vida (2005).

Cuento & Novela - Rebeca Murga (*)

Casi conozco a Rebeca en las márgenes del Sena, pero no fue posible. La conocí en las márgenes del Bélico poco antes de presentar sus dos libros en la sala Caturla de la Biblioteca Martí. Nos presentó Lorenzo Lunar que es su compañero en la vida y a quien conozco de “longue date” y no precisamente en el mundo de la creación literaria. Pude hacerme allí de sus dos libros vendidos en la XVIII FIL Santa Clara 2009, y para no estar al margen, ocupé un puesto en el público, que me permitiera protegerme de la enfermedad del beso y dos mil otras dolencias. Les dejo un vídeo de la presentación y las portadas de sus dos libros.

De La enfermedad del beso y otras dolencias (La rueda dentada) ha escrito Marilyn Bobes: “Más que cuentos en el sentido convencional de la palabra, los textos de Rebeca Murga aquí agrupados son intensas exploraciones de un mundo angustioso y jubilosamente femenino, atravesado desde el principio hasta el final por la sutileza de la poesía. En los relatos, el mundo exterior parece borrarse para abrir las compuertas de un universo inexplorado. Concisión, intensidad y constante vulneración de los tiempos dan a la lectura una agilidad difícil de alcanzar. Bienvenida, pues, a este reino donde todo es posible y donde enfermarse de besos puede resultar, si se hace como este libro está hecho, una experiencia trascendente”.








La Colección Ulán de la editorial Capiro publica Historias al margen, novela de la cual dice la escritora cubana radicada en París, Karla Suárez: “…es un relato que gira alrededor de la venganza, donde el poder, el sexo y la muerte funcionan como elementos claves del desarrollo de la historia. Con un lenguaje directo y sensual, el relato es una suerte de rompecabezas en el que cada pieza irá encontrando su lugar para formar el todo y revelarnos, finalmente, los rostros de vencedores y vencidos. Sin dudas, rebeca Murga sabe contar historias y sabe, sobre todo, trasmitirnos las sensaciones y miedos que padecen sus personajes. Cuídese el lector del apetito que le abrirá la lectura, esta historia viene con la más peligrosa de las trampas: la de la buena literatura”.





Fragmento de la presentación de dos de sus libros en la FIL Santa Clara 2009.

©cAc-2009
(*)Rebeca Murga Vicens, La Habana, 1973. Narradora y crítica literaria. Ha publicado tres libros de cuentos: Desnudo de mujer (Sed de Belleza, 1998), Quemar las naves (Educat, Brasil, 2002) y La enfermedad del beso (Ed. Capiro, 2006). También ha publicado sus novelas Historias al margen (Ed. Edad, España, 2005) y El esclavo y la palabra (Ed. San Librario, Colombia, 2008). Hace periodismo y colabora en revistas literarias.

El hilo del silencio - Alberto Anido (*)

También publicado por Capiro y en la Colección Ulán, es el libro del maestro Alberto Anido Pacheco, miembro de la saga de los Anido de Santa Clara. Pilongo singular, querido por sus amigos, el joven septuagenario concurre a la Feria del Libro con una novela sobre la ciudad del Bélico siempre anclada en su muelle de la calle Maceo. Por supuesto que no podía faltar a esa hora del mediodía para acompañar a Alberto Anido a desmadejar el hilo de esa ciudad que los dos amamos. De la novela ha escrito Pedro Llanes: “Un andamiaje urbanístico de más de medio siglo y la personificación y despersonificación del tiempo traen con la fuerza de su oblicuidad a los entes y actantes de Alberto Anido a través del “humo perfumado, azul, de la noche”. La sólida estructura casi cinematográfica de la novela concebida como música y también como algunos de sus cuadros resulta conmovedora. Jorge, Teresa, Carmen son –de acuerdo con la definición del autor- “gente hecha de tiempo”. El hilo del silencio redibuja una lejana ciudad de Santa Clara, el pasado y los recuerdos inmersos en esa temblorosa cronología salida de sus manos para llevarnos de un paraíso perdido a un paraíso recuperado”.

©cAc-2009
Alberto Anido en la Sala Caturla durante la XVIII FIL-Santa Clara 2009.

(*)Alberto Anido Pacheco, Santa Clara 1938. Pintor, escritor, pianista, compositor musical y crítico de cine. Fue fundador junto a Samuel Feijoo del grupo “Signos”. Es colaborador de los boletines del Cine-club Cubanacán y del periódico provincial Vanguardia, así como de su suplemento cultural “Huella”. Ha publicado “El güije” y “Marta Abreu” en la editorial Escambray, “La ausente” (Ed. Brunidor, Paris 1968) y “La casa en silencio” (Ed. Capiro, Colección Aldaba, 1995).

Cuentos personalmente absurdos - Luis Alberto Pérez

Quienes prefieran la literatura de lo absurdo encontrarán en el libro de Luis A. Pérez las herramientas necesarias para regocijarse y entrar en su mundo absurdo puesto a girar al revés en la palabra de la profesora y crítica Carmen Sotolongo Valiño, que tuvo a su cargo la presentación de Cuentos personalmente absurdos, publicado por la editorial Capiro en su Colección Ulán. He aquí cómo resume Carmen Sotolongo la ópera prima de Luis A. Pérez: “Cuentos personalmente absurdos constituye una honda reflexión sobre el vivir del hombre, a pesar de la localización puntual de los sucesos en la Cuba de hoy. No existe en estas piezas tremendismo ni realismo sucio ni mal gusto: el erotismo siempre es sugerente. Hay un decidido gusto por contar, variedad de recursos, asuntos y atmósferas. Se destaca la justa progresión narrativa, el diálogo fluido, la visualización de las escenas, los cierras excelentes. Un narrador seguro y personajes bien diseñados se desenvuelven en ámbitos disímiles, donde el absurdo –insertado en lo mejor de nuestra tradición- irrumpe en la vida cotidiana de manera trágica y culmina de forma picaresca”.
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Carmen Sotolongo y Luis A. Pérez en la presentación del libro en la Sala Caturla.

El libro de otros – Jorge Luis Mederos-Betancourt (*)



Lo de Veleta fue seguramente cuando piermas brazos manos y ojos aspeaban en cada tertulia en cada peña en cada banco del parque donde dejó su huella de molino literario abarcador conversacional y siempre disponible Jorge Luis. Por más que quisimos Jorgeluisarlo nunca lo logramos, Mederos era demasiado serio y Veleta se impuso como poeta y narrador, decimista, imprevisible, controvertido y audaz.

(*) Jorge Luis Mederos, Santa Clara, 1963. Poeta y narrador, también incursiona en la plástica, donde se dedica a trabajar la cerámica esmaltada y policromada. Ha publicado La romanza del malo (1988), El tonto de la chaqueta negra (1993) y Otro nombre del mar (1993). Su artículo El aire del poeta no es siempre un aire triste (Huella, Vanguardia, 1989) le valió el premio Juan Francisco Sariol-1989. El libro de otros es su más reciente publicación, a cargo de la editorial Capiro en su Colección Faz, para la FIL-2009.
J.L. Mederos alias Veleta firmando el libro de su autoría como si fuera el de otros. ©cAc-2009

vendredi 27 février 2009

El vigoroso trazado – de Bertha Caluff (*)

Recién llegado a Santa Clara toqué en el 618 de la calle Alemán para saludar a nuestra amiga Bertha. En la penumbra de la calle sin alumbrado, el Dios es amor atornillado sobre el verde esperanza de la puerta me indicó que era allí donde debía tocar y no en otra casa. La calle Alemán es larga y de ese lado estamos a las puertas de Chambery, un barrio periurbano que se mezcla a otros barrios a uno y otro lado del Bélico. Menos cerca que antes pero el río sigue próximo a Bertha como si su humedad la acariciara. Febrero es invierno y aprovechamos para tomar un té caliente mientras nos ponemos al día del acontecer literario y la proximidad de la Feria del Libro. Aunque nos veremos en lo adelante, en la calle con la agitación cotidiana, en mi casa o en la suya, quedamos en que nos encontraremos durante la presentación de El vigoroso trazado. Y llegó esa tarde de jueves soleado. Tocaba el turno a la poetisa sensible que es Bertha Caluff y ocupé un puesto casi delante para darle vigor a su trazado de palabras en las que me acercó a la lavanda tierna que envuelve los campos alrededor de la Abadía de Sénanque. Me aproximó a mi segunda piel y viajé en el tiempo atravesando un camino bordeado de cipreses. La presentación gozó del vigor de Arnaldo Toledo, profesor de la facultad de Letras de la UCLV. Yo aproveché para traer constancia de la presentación a este espacio de remembranzas.
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Izq: Arnaldo Toledo presentado a la escritora Bertha Caluff en la Sala Caturla de la Biblioteca Martí.
Der: Bertha Caluff firmando El vigoroso trazado .
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(*)Bertha Caluff Pagés, Santa Clara, 1964. Filóloga, poeta, promotora del boletín Brotes, y de la tertulia de poesía Dulce María Loynaz en la sede santaclareña de la Uneac. Ha publicado Bibliografía de las Ediciones Vigía (1987), Ellos pisan el césped (1988), Casa de Sabra (1989), Cumpleaños del pato (1990), De las ramificaciones de Brotes (1991)[Crítica literaria], Tiranía del mito (1994), Imagen tras la imagen (2000), La non erótica: antología [Carilda Oliver](2003) y En las playas de todos los mundos (2007). Su más reciente libro de poemas es el que acaba de presentar la editorial Capiro en la XVIII FIL en su sede de Santa Clara [El vigoroso trazado – Colección Faz, 2008].

jeudi 26 février 2009

Imágenes de la XVIII Feria del Libro en la ciudad de Marta

Ahora el Parque Vidal es un espacio que sirve (malheureusement) para todo y por supuesto, el espacio casi ideal para convertirse en recinto ferial. Me di un salto al final de la mañana para obtener el programa de los cuatro días de feria afichados a la entrada de los lugares escogidos como soporte del evento: la Sala Caturla de la Biblioteca Provincial Martí (antiguo Salón de los Consejos del otrora Gobierno Provincial), el Centro Provincial de Patrimonio, el Museo de Artes Decorativas, la Galería Provincial de Arte y el Centro Cultural El Mejunje.
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No se espere pabellones por países ni stands por casas editoriales. Aunque siempre las expectativas son muchas, Santa Clara es sólo una sede. En esta XVIII Feria se presentan dos editoriales villaclareñas: Capiro, dirigida por Irán Cabrera, y Sed de Belleza, que dirige Isayli Pérez. Ambas casas de edición presentan más de 14000 ejemplares repartidos en 25 títulos de diferentes géneros.
Es la primera vez que coincido con la Feria del Libro, La Habana acoge la verdadera feria y se me hace más lejana que la de Colonia, la de Miami, la de Madrid, sin pensar a la tumultuosa parisina de la Porte de Versailles.
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Los “pabellones” exteriores situados desde la calle Colón a la calle Luis Estévez:
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Los “stands” al interior del Salón de Exposiciones de Parque y Buenviaje:
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Affiche de la librería improvisada a la entrada del cine-teatro Camilo.













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Fachada del Centro Cultural El Mejunje.













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Cuando barajeé el programa de la Feria en función de lo que me interesaba haciendo malabares para no abandonar demasiado tiempo a mi padre enfermo, logré asistir a varias presentaciones de autores santaclareños o no, pero ligados a mi creación literaria, y que les presentaré en las rúbricas “Remembranzas” y “Obras y Autores” de este blog. Habrá presentaciones de obras a las que no pude asistir pero que no pueden faltar en estas páginas.

mercredi 25 février 2009

XVIII Feria Internacional del Libro (noche inaugural) Santa Clara

Durante mi estancia en Cuba tuve la suerte de asistir a los eventos que se desarrollaron en Santa Clara, una de las ciudades sede de la décimo octava FIL. La inauguración tuvo lugar en el Parque Vidal la noche del 25 de marzo. Los habituales discursos propios de un evento que se quiere grande y audaz, matizado de lecturas, poesía hecha canto y cantos de esos que se quieren comprometidos. La palabra también hecha danza y la danza convertida en abrazo de salutación al país invitado de la feria: Chile. Traté de quedarme hasta el final del acto pero quise ser fiel a mi mismo, como antes antes, como cuando debía estar y no quería, cerré mi trípode, apagué la cámara y volví mis pasos a donde un montón de cabellos blancos me esperaban.

©cAc-2009

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lundi 2 février 2009

La Chandeleur (La Candelaria)

La Candelaria se celebra el dos de febrero, que son cuarenta días contados después de Navidad y es el día de hacer « crêpes », una tradición que se remonta al papado de Gélase I, cuando el Papa en persona las hacía distribuir a los peregrinos que llegaban a Roma. Las crêpes, redondas y doradas recuerdan el sol y la proximidad de la primavera, aunque después de La Candelaria, el invierno puede robustecerse y ensombrecernos nuevamente.
La préparation, la cuisson...
20 FR suisses de 1935 en or.
Siguiendo la tradición, hemos hecho virar la crêpe sosteniendo en la mano izquierda una moneda, de preferencia un luis de oro u otra si quiere. La primera crêpe la hemos « guardado » (por poco tiempo !) en la despensa para atraer abundancia y prosperidad ( no se si crêpes y crisis se pondrán de acuerdo !).
La première crêpe!
Tradicionalmente en Cuba, mis tías y mi madre se cortaban una mecha de pelo para que éste creciera fuerte y hermoso. No conozco mucho más, salvo comer una buena cantidad de crêpes mientras me lo permita la glotonería, pues es el único momento del año en que las disfrutamos, polvoreadas de azúcar y bautizadas con un buen ron cubano. Si no la han hecho este dos de febrero, a lo mejor mis fotos los impulsa a hacerlo !

mercredi 28 janvier 2009

1853 – 2009 : 156 aniversario del nacimiento de José Martí


No sería posible en este blog escribir toda la vida y obra del Apóstol José Martí. De Martí pocas cosas quedan por conocerse, y para recordarlo, en este aniversario de su natalicio quiero hacerlo diferente. A través de su imagen en monedas, billetes, sellos de correos, esculturas, y otras manifestaciones les presentaré una serie de post en su homenaje.

José Martí y Rafael M. de Mendive, su maestro

Este sello de correos editado en 1993 conmemora el 140 aniversario del natalicio de José Martí. Aparece Martí joven y en segundo plano, Rafael María de Mendive. Qué mejor cosa que para recordar al Apóstol, hacer una lectura de la crónica que escribiera Martí sobre su maestro y que publicara « El Porvenir », en la ciudad de Nueva York en 1891 ?

Rafael María de Mendive

Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la patria? De su vida de hombre yo no he de hablar, porque sabe poco de Cuba quien no sabe cómo peleó él por ella desde su juventud, con sus sonetos clandestinos y sus sátiras impresas; cómo dio en España el ejemplo, más necesario hoy que nunca, de adquirir fama en Madrid sin sacrificar la fe patriótica; cómo empleó su riqueza, más de una vez, en hermosear a su alrededor la vida, de modo que cuanto le rodeaba fuese obra de arte, y hallaran a toda hora cubierto en su mesa los cubanos fieles y los españoles generosos; cómo juntó, con el cariño que emanaba de su persona, a cuantos, desagradecidos o sinceros para con él, amaban como él la patria, y como él escribían de ella. De la Revista de la Habana nada le diré aquí; ni de su traducción de las Melodías de Tomás Moore; ni de su cariño de hijo para José de la Luz, y de hermano para Ramón Zambrana; ni de la tierna amistad que le profesaron, aun cuando las contrariedades le tenían el carácter un tanto deslucido, los hombres, jóvenes o canosos, que llevaban a Cuba en el corazón, y la veían, fiera y elegante, en aquella alma fina de poeta. ¿ No recuerdo yo aquellas noches de la calle del Prado, cuando el colegio que llamó San Pablo él porque la Luz había llamado al suyo el Salvador ?: José de Armas y Céspedes, huyendo de la policía española, estaba escondido en el cuarto mismo de Rafael Mendive; en el patio, al pie de los plátanos, recitábamos los muchachos el soneto del «Señor Mendive» a Lersundi; en la sala, siempre vestido de dril blanco, oía él, como si conversasen en voz baja, la comedia que le fue a recitar Tomás Mendoza; o le mudaba a Francisco Sellén el verso de la elegía a Miguel Ángel donde el censor borró «De Bolívar y Washington la gloria», y él puso, sin que el censor cayese en cuenta, «De Harmodio y Aristógiton la gloria»; o dictaba, a propósito de uno u otro Sedano, unas sextillas sobre «los pancistas» que restallaban como latigazos; o defendía de los hispanófonos, y de los literatos de enaguas, la gloria cubana que le querían quitar a la Avellaneda; o con el ingeniero Roberto Escobar y el abogado Valdés Fauli y el hacendado Cristóbal Madan y el estudiante Eugenio Entenza, seguía, de codos en el piano, la marcha de Céspedes en el mapa de Cuba; o me daba a empeñar su reloj, para prestarle seis onzas a un poeta necesitado. Y luego yo le llevé un reloj nuevo, que le compramos los discípulos, que le queríamos; y se lo di, llorando.O de un poco antes pudiera yo hablarle, cuando lo acababan de hacer director del colegio, y él estaba de novio en sus segundas nupcias, con una casa que era toda de ángeles. Los ángeles se sentaban de noche con nosotros, bordando y cuchicheando, a oír la clase de historia que nos daba, de gusto de enseñar, Rafael Mendive; o nos oían de detrás de las persianas, cuando las expulsaban por traviesas, lo que,-ante el tribunal de Valdés Fauli, y Domingo Arosarena, y Julio Ibarra, y el conde de Pozos Dulces, y Luis Victoriano Betancourt,-teníamos que decir sobre «el funesto Alcibiades» o «el magnánimo Artajerjes» o «los sublimes Gracos». Era maravilloso,-y esto lo dice quien no usa en vano la palabra maravilla,-aquel poder de entendimiento con que, de un ojeada, sorprendía Mendive lo real de un carácter; o cómo, sin saber de ciencias mucho, se sentaba a hablarnos de fuerzas en la clase de física, cuando no venía el pobre Manuel Sellén,-y nos embelesaba. De tarde, antes de que llegasen sus amigos, dictaba a un tierno amanuense las escenas de su drama inédito La nube negra, o capítulos de su novela de la sociedad habanera, donde están, como flagelados con rosas, pero de modo que se les ve pestañear y urdir, los héroes de la tocineta y del chisme y del falso dandismo.¿Se lo pintaré preso, en un calabozo del castillo del Príncipe, servido por su Micaela fiel, y sus hijos, y sus discípulos; o en Santander, donde los españoles lo recibieron con palmas y banquetes?; ¿o en New York, adonde vino escapado de España, para correr la suerte de los cubanos, y celebrar en su verso alado y caluroso al héroe que caía en el campo de pelea y al español bueno que no había querido alzarse contra la tierra que le dio el pan, y a quien dio hijos?; ¿o en Nassau, vestido de blanco como en Cuba, malhumorado y silencioso, hasta que, a la voz de Víctor Hugo, se alzó, fusta en mano, contra «Los dormidos»?; ¿o en Cuba, después de la tregua, cuando respondía a un discípulo ansioso: «¿Y crees tú que si, por diez años a lo menos, hubiese alguna esperanza, estaría yo aquí?» ¿A qué volver a decir lo que saben todos, ni pensar en que los diez años han pasado? Prefiero recordarlo, a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando, hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba.

Martí en Paris



En las inmediaciones de la plaza de Trocadero en Paris, una pequeña plaza lleva el nombre del Maestro. Place José Marti. Un triángulo pavimentado entre al cementerio de Passy, justo frente a su puerta principal y la avenida Paul Doumer. Dos placas adosadas a la pared de un inmueble de habitación, y una placa inscrita en una columna que recuerda la vieja « signalétique » de Paris.
©cAc-2009

Martí en La Habana

Numerosas son las estatuas que representan al Apóstol. Yo quiero presentarles aquella que fue la primera erigida en Cuba para honorar al patriota y hombre de letras. El Parque Central es un viejo espacio habanero, rodeado de ilustres inmuebles. Aunque tiene algunos cuadrantes verdes, es un sitio casi todo pavimentado. Desde 1875 y hasta el fin de la dominación española, una estatua de la reina Isabel II estaba situada en el parque. El Fígaro, un semanario habanero, lanzó una encuesta en 1899 para sondear a la población respecto a la estatua que debería ocupar el lugar que dejó vacío el de la reina. La población de la capital dio su visto bueno a la estatua de José Martí y un año más tarde, una comisión integrada por patriotas de la gesta independentista se encargó de poner en ejecución el proyecto, cuyo presupuesto que ascendió a 3500 pesos, fue obra de la cotización y suscripción popular. La estatua, realizada por el escultor José Villalta de Saavedra, fue inaugurada en 1905 por el primer presidente de la república, Don Tomás Estrada Palma y el Generalísimo Máximo Gómez. ©cAc-2004