vendredi 15 mai 2009

Antesala de una visita impensable al Monte Athos

Eso de penetrar y escudriñar monasterios y lugares sagrados tiene mucho de posible pero también de la imposibilidad extrema, y para saborear la iconografía y el arte sagrado de une veintena de monasterios nada menos complicado que comprar un billete y entrar en el Petit Palais convertido en montaña alta de 2033 metros. El octavo distrito de Paris se nos convierte en la Thessalonique griega, sin necesidad de dificultuosa visa turística ni impedimento alguno por cuestiones de sexo. En efecto, el monte Athos es un lugar sagrado completamente cerrado a las mujeres, y a ese extremo no llegarían las autoridades del museo. Durante el tiempo que me acordé para intentar comprender el universo de la liturgia ortodoxa, me sumergí en el dolor y el éxtasis del ritual que nos ofrecen los frescos y la mirada de los íconos, unas veces ciertamente comprensibles, otras totalmente indescifrables. Les dejo aquello que más me llamó la atención de la visita de ayer al casi aislado monte Athos.

Déisis, San Jorge y San Pablo Xéropotaminos. Monasterio de San Pablo.
El Cristo Pantocrator. Monasterio de Pantocrator.

Piedad. Ícono del siglo XVI. Monasterio de Iviron.
El profeta Ezequiel. Fresco del siglo XVI. Monasterio de Pantocrator.
Detalle del San Jorge atribuído a Manuel Pansélinos, o realizado en su atelier, hacia 1300. Monasterio de Vatopédi.

La Virgen Hodegetria. Monasterio de Vatopédi.
Detalle de San Onofre y Pedro el Athonita. 1838. Monasterio de Karakollon.
Dormition de Efrén el Sirio. Monasterio de Iviron.

Detalle del coro de santos Athonitas. Siglos XVIII y XIX. Protaton
Descripción de los Santos lugares, perteneciente a la iglesia de la Natividad. Monasterio de Grigoriu.
Cáliz conocido como « Jaspe » procedente del monasterio de Vatopédi.

mercredi 13 mai 2009

Quemado de Güines, nacido en el siglo XVII

No es justo seguir dando vueltas dentro de la ciudad del Bélico sin dar vueltas alrededor de ella y escudriñar su territorio. Remedios tiene para mi una ascendencia especial con respecto a Santa Clara, y quiero guardarle un lugar especial en este blog, y será más adelante. Voy a presentar otros pueblos de la provincia, dormidos, pero que por su historia, están marcados con el sello villareño. Uno de ellos, no distante de la costa norte, se vanagloria de ser unos de los más viejos pueblos de la isla : Quemado de Güines. Las actas consignan su fundación en 1667, ciento cincuenta y cinco años después de haber sido fundada Nuestra Señora de la Asunción, que es Baracoa, y veintidos años antes que Gloriosa Santa Clara. No se tiene noticias de incursiones piratas en que Quemado haya sido el blanco, era menos villa que Remedios, distaba más del litoral, y éste, además de bajo, se guarecía de infinidad de cayos cual muralla costera.

El caserío primitivo se asentó en una güinera que se situaba al sur de la serranía llamada de Jumagua. Los primeros que se instalaron quemaban las maderas de los bosques para producir carbón y de ahí que la güinera fuera nombrada poco a poco como Quemado de Güines, sin jamás haber tenido fuerza de Cabildo. No será hasta 1879 que Quemado tenga su propio ayuntamiento, del que Miguel Más y Rocamora fuera su primer alcalde, y que el territorio adyacente delimite sus cuartones y sitios. La municipalidad, con cabecera en Quemado, se compone de siete barrios, el propio poblado de Quemado, Caguaguas, Güines, San Valentín, Zambumbia, Paso Cavado y Carahatas, que es un modesto balneario en la bahía del mismo nombre. Quemado de Güines celebra el día del Quemadense cada 26 de diciembre desde 1949, que también es la fiesta del Quemadense ausente. Del pueblo tengo un vago recuerdo. Un amigo me pidió acompañarlo para que conociera a sus abuelos. Una visita de un día para otro. Corría la primavera de 1996 y poco le quedaba a mi estancia en la isla. Me dije, por qué no ? Y galeramos desde Santa Clara a Quemado, pasando un buen rato en Sagua la Grande en espera de un transporte. Por aquella época el San Isidro empinaba su chimenea, y además de cañaverales, extensos platanales dejaban ver el más conocido de sus plátanos, aquel que le llaman de Lutgardita.

En el parque, triste y dormido a mitad de semana, tronaba el « Guajirigallo », obra del escultor Rodríguez Lasseria, y a un costado la iglesia, que fue el único edificio que me hizo remontar en el tiempo, laserada por fríos, soles, lluvia y humedad. A principios de este año, a una casa del pueblo le fue otorgado el premio de Conservación y Restauración del Patrimonio 2009 (Premio de Conservación & Restauración de Monumentos Santa Clara 2009). Me invade la curiosidad de verla, y me digo, en el próximo viaje a Cuba, tengo que volver a Quemado.

mardi 12 mai 2009

TIANSHI, estarás todavía en pie ? (a la memoria de los que quedaron sepultados el 12 de mayo de 2008 durante el sismo que azotó Sichuan)

Todos los caminos elegidos para adentrarnos en la provincia china de Sichuan llevaban el sobresalto de los grandes viajes pero uno iba marcado de descubrimiento y espiritualidad, aquel que nos llevaba por senderos húmedos y rocosos del monte Qingcheng hasta sus recónditos monasterios colgados de la montaña. En la base de la montaña, bajo una pertinaz llovizna, una aldea se balanceaba en el silencio crepuscular del valle alumbrado de farolillos que pestañeaban ante el goteo y un ligero viento llegado de lejos, del norte, del interior del país. Puerta de Qingchengshan. La aldea se enorgullecía de abrirse al mundo taoísta del monte Qingcheng. Pasamos la noche en la Grulla Volando. Apenas dormimos esperando el amanecer en aquel abra de paz. Los farolillos dejaron de parpadear y la silueta azul de la montaña se fue diseñando en la lejanía, que no era más que a escasos dos mil metros.
©cAc-2008
Al pie mismo de la montaña, se levanta Chisheng, el templo que sirve de puerta a la montaña misma. Fue el primer contacto con los techos de tejas naranjas arropadas de musgos de todos los verdes que el musgo puede crear. El incienso disperso, los grandes cirios encendidos, monjes budistas visitadores, monjes taoístas rezando detrás de las ventanas ricamente trabajadas. El mapa de la montaña con el conjunto de templos y monasterios se nos presentó en todo su esplendor, marcando la cumbre de Qingcheng con la pagoda de techo rojo sangre que no es otro que el Pabellón Laojun.
©cAc-2008
Iniciamos la subida de la montaña por un sendero de escalones manchados de moho. Peregrinos como nosotros, unos subiendo, otros bajando. Aldeanos subiendo y bajando, cargados de los abastos a los templos y monasterios. Los portadores, sentados a la espera de bultos o de peregrinos fatigados para llevarlos en silla hasta la siguiente pausa. Quienes de entre ellos ya no están, cuántos pudieron huir de la avalancha de piedras?
©cAc-2008
Un camino ascendente con etapas de recogimiento y de descanso. Una pausa para dejar colgado un voto, la esperanza de regresar alguna vez ? el deseo de llevar a término el preparado viaje. Un viaje preparado con sobresaltos y dudas. En el Tíbet continuaba la revuelta de pueblo y monjes contra la impostura china. Anularán el viaje las autoridades chinas? esa y otras cuestiones nos carcomía durante noches y noches durante buen tiempo. Uno, dos, tres votos se agregaron a los ya colgados en un árbol en el camino de la segunda etapa. Cruzamos la puerta que da paso a la Quinta Gruta Celeste y fuimos contorneando la rugosa cola del dragón hasta las puertas de Tianshi. Respiramos al final de la escalera que yo diría que nos lleva al cielo. Olores de hierbas y de incienso se mezclaban a los que se escapaban de la cocina del monasterio.
©cAc-2008
Los monjes conversaban del otro lado del patio. Un militar fumaba y nos observaba discretamente. El sol tímido apenas alumbraba el recinto y las estancias que dan al patio, sombrías, excitaban mi curiosidad. Nos instalamos en las células que nos atribuyeron los monjes, bebimos té verde bien impregnado de su olor seco y fuerte y comenzamos a andar por los senderos que envuelven Tianshi, a 1045 metros de altura. Caminamos por trillos de helechos exuberantes, manantiales que gota a gota van haciendo estanques entre las piedras y atravesamos un redil conocido como de la Garganta Profunda. Una grieta que hoy imagino doblemente abierta después de haberse abierto la montaña cuando el sismo la azotaba.
©cAc-2008
Siguiendo el sendero de arbustos, helechos y peonías, llegamos a un punto que el camino marca como estando a 1180 metros. A esa altura se levanta Zushi, un templo escondido entre la vegetación animada por un concierto de trinos unidos al cacareo perenne de las gallinas que picotean entre las hierbas. Justo unos metros más abajo, otro sendero en picada deja ver la pared rocosa de la montaña y en el reborde de sus entrañas, Chao Yang Dong, uno de los más antiguos templos taoístas de Qingchengshan. Qué habrá sido del decano de los templos, que los monjes construyeron en la gruta de la montaña? Seguirá sudando la pared y corriendo sus vapores por la roca y luego cayendo en armonioso campanilleo desde los techos como lluvia eterna?
©cAc-2008
Tantas emociones no podían seguir llenando aquel fin de mañana, perdidos, alucinados, entre puentes casi imperiales con estatuas a punto de desaparecer detrás del musgo. Todo esto, existe aún, o quedará como recuerdo en nuestra memoria? Volvimos nuestros pasos a Tianshi, para escuchar el clamor de sus cantos extenderse al infinito de la montaña, para disfrutar de la compañía afable de sus monjes. Para sentarnos a almorzar con la convivialidad que reciben los monjes del monasterio.
©cAc-2008
Llega la noche. Cerrada. El silencio cubre la montaña y grillos y sapos se disputan el terreno. Detrás de nuestras células, colgadas de la montaña, un abismo negro de ramas y troncos invade el exterior. La humedad penetra por cualquier hendija y no falta agua caliente, hirviendo, en los termos. Cuando se termina el agua, basta poner a la puerta de la célula el termo para que algún monje se percate y lo reponga lleno. Hay pájaros que gritan al caer la noche, insectos de la luz chocando con nuestros cuerpos y un cántico que proviene de alguna parte en el monasterio.
©cAc-2008
Al alba, cuando todavía duerme todo el monasterio, me levanto y corro a la estancia más alta del mismo. Los monjes se preparan para los rezos y el palafrenero se encarga de encender cirios e inciensos. Me arrodillo al exterior de la pieza y sigo con emoción los cánticos y el toque que anuncia que la vida vuelve con los primeros rayos de claridad celeste. Habrá sobrevivido el palafrenero?, y su hija, que se acogió a los hábitos desde temprana edad y pidió que permitieran vivir a su padre viudo ayudando en las labores del monasterio? Una de las decanas del monasterio, levantada antes que desapareciera el manto negro del cielo de Qingcheng, me hizo un gesto al cruzarnos en el patio central. Esperé a que terminara de encender sus cirios e hice yo lo mismo. El patio vacío era propicio para pensar, el incienso envolvía las maderas trabajadas y las columnas donde reposa el altar a espalda de la entrada. De la cocina comenzaban a salir los vapores donde se preparaban los tallarines y las salsas picantes que nos despertarían completamente a la hora del desayuno.
©cAc-2008
Durante dos días anduvimos toda la montaña de un templo a otro, pausa en Dachitian, y luego Donghua hasta encontrar el trillo con votos que lleva a Lao Jun Ge, en la cima de Qingcheng, a 1260m. Mientras almorzábamos con todo el verde de la montaña a nuestro antojo, y el perfil de las otras montañas en lontananza, hablamos de volver, porque medio grupo había quedado abajo haciendo caligrafía. Dos truenos encendieron el cielo y el gris desapareció completamente. El sol emergió de detrás del palacio Shangqing y quisimos ir a su encuentro, bajando como niños aquel flanco del monte. El pabellón Ciyun hervía de monjes en peregrinación y los habituales hacían la siesta sentados en taburetes de bambú. Atravesamos en barca el lago Yuecheng alto de 850m y un camino triste y solitario con tumbas nos llevó hasta Quan Zhen Guang o templo de Verdad más Completa. Allí dijimos adiós a la monja que nos acogió con todo el amor que puede darse a los desconocidos. Todavía la veo, detrás de su mesa llena de caligrafías, explicarnos de la existencia del templo reconstruido varias veces. Seguirá en pie el templo y su monja principal, o la tierra se la tragó con sus pies diminutos, sus cachetes como manzanas rojas y la mirada curiosa?.
©cAc-2008
El día de la partida no quise perderme el ritual matinal y me adormecí detrás de la ventana, extasiado de felicidad. Subí a lo más alto del monasterio para impregnarme de Qingcheng, encendí dos cirios y pedí que aquel viaje siguiera siendo profundo en tantas cosas nuevas, mientras una monja leía un capítulo como un susurro saliendo de sus labios. Ella no se dio la vuelta, yo respiré profundo y bajé como en una nube hasta el patio central del monasterio. Ulka entraba en una pieza y saltaba de alegría. Ulka es una niña grande, monja taoísta, curiosa y desconfiada. O así era Ulka, si las fauces de la tierra la envolvieron junto a la montaña, hace un año exactamente.
©cAc-2008
Me pregunto qué ha sido de Qingchengshan, de sus monjes, de sus laboriosos aldeanos, de sus portadores, de la riqueza que guardaban sus templos y pabellones. Y a veces me pregunto, qué nos hubiera pasado si el sismo violento hubiera vomitado su furia mientras nos paseábamos por la montaña, y no unos días después de haber dejado el monte Qingcheng, dormido bajo el rocío.

Respuesta a Su Majestad que quería saber lo que había en la montaña (poema de Tao Hangjing):

Qué hay en la montaña?
Cumbres envueltas de blanco.
Ese placer es sólo para mí,
Yo no sabría ofrecérselo.

©calligraphie-carnetdvoyage-alix


Quién puede responder a nuestra inquietud un año después que Qingchengshan fuera borrada del mapa de Sichuan?

dimanche 10 mai 2009

Máter Madre Mère Mãe Mother Mütter Mатери Günü Matki Maйkat

El primer contacto, el primer sonido, la primera caricia, la sonrisa más dulce, es aquella que Madre nos proporciona. Y madre se queda para siempre, en el más sagrado de los rincones del alma. Tenerla es una mina de riquezas, perderla es la ausencia más dolorosa. No importa de quien haya sido la idea, si de Julia Ward Howe al final del XIX, o de Ana Jarvis a inicios del siglo XX. A la celebración se unió Cuba desde la década del veinte. Unos dicen que fue en Santiago de las Vegas la primera celebración pública en la isla, otros que la primicia la tuvo Puerto Padre. Cuentan mis tías que ese domingo de mayo los hombres portaban en la solapa un clavel, blanco si llevaban con ellos la pena de no tenerla, rojo si la madre les sonreía todavía. Tres mayos ha que mi madre falta. Otros vendrán, ausente ella para siempre. No porto clavel en la solapa como hicieron mis tíos, porto la alegría de haber nacido, de ella, de guardarla en la memoria como un cristal fino que solo yo puedo tocar. Y me uno a la alegría de quienes pueden besar a la suya, pienso en la mía, y hago extensiva mi salutación a todas las madres.
Tres monumentos a la madre quiero así compartir con todos aquellos que por casualidad o por costumbre entren en esta bitácora hoy domingo, y con aquellos, pilongos o no, que alguna vez pasaron frente a ellos sin prestarle atención.
©cAc-2009
©cAc-2009
En el antiguo Hospital de Maternidad de Santa Clara, edificado en la carretera de Camajuaní en las primeras décadas de la República, sobre un pedestal de granito, una madre carga a su hijo y juntan sus mejillas mientras el niño rie gozoso y la acaricia. En el pedestal una placa cortesía del club Lions International Santa Clara, lleva impresa “Las madres son amor, no razón, son sensibilidad exquisita y dolor inconsolable”, fechada 1952-59.
©cAc-2009
©cAc-2009
Más accesible que la del viejo hospital de maternidad, es la estatua colocada en el Hospital Materno de Santa Clara, construido cuando ya iba de pasada la quinta década republicana. La estatua, representa a una madre amamantando al hijo que acaba de traer al mundo y a su primogénito que la acompaña mientras hojea un libro. La estatua es de factura modesta, y en el pedestal dice simplemente MAMÁ.
©cAc-2009
La tercera, una madre sostiene a su hijo, y lo mira como el fruto tierno que ha salido de sus entrañas. Esta estatua, que puede verse desde la acera, está colocada en el jardín de la Logia Perseverantes en la carretera Central. Como lo dice su placa, es un homenaje de la Logia a las Madres del mundo.
Enhorabuena y felicitaciones!

samedi 9 mai 2009

Pivoines pour un neuf mai


A l’aube, la lumière monte, ta journée s’installe enveloppée des fleurs. Je voudrais t’offrir un champ de pivoines, toutes dans tes mains. Pivoines roses, pivoines blanches, teintées de la couleur de ton regard. Mai t’appartient, c’est toi-même, comme des paeonias défeuillées par le vent. Pivoines jaunes, pivoines rouges, nuancées des mauves emmêlées dans tes cheveux. Un, trois, six, neuf, neuf mai. Saltaojos parfumé, tout doux, en profondeur, tes dois étendus vers les tiges. Souplesse venue de la Chine, reine sans diadème. Tu es ma pivoine, ma plante rare, ma paeonia. Paeonia infinie de mes amours.