mardi 1 septembre 2009

Liouquet, anse, corniche, couché de soleil…

Le Liouquet


Si despertarse al alba puede ser fortificante, ver partir el sol segundo a segundo puede calmar la más grande de las angustias, desalterar el cuerpo, doblemente si la mitad de él se sumerge en aguas cálidas e incitar al más tierno de los pensamientos. Mirar de soslayo, mirarlo fijamente, simplemente mirarlo en su adiós temporal, porque mañana nos regalará otro espectáculo crepuscular al que nos obligamos a asistir. El sol se ha encargado de globalizar sus adioses vespertinos, y lo hemos visto desvestirse minuto a minuto dejando una estela de azules grises rojos naranjas y violáceos paños celestes en multitud de sitios y lugares que claman ofrecer los crepúsculos más sensacionales. Cada sitio tiene su puesta de sol. Yo les ofrezco algunas instantáneas, de esas que cada tarde, desde la ensenada, o desde el farallón, o saboreando una “lotte dans son lit de persil et huile d’olive” desde la terraza de la Roche-Belle(*), en plena cornisa del Liouquet, me transportan lejos, y por supuesto, me dan la calma que me deja pensar en ustedes, mi familia, mis amigos…


©cAc-cdL09
(*)Roche Belle - Restaurant

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